La covid-19 cambió los hábitos en el sector comercial de la ciudad del poniente insular, el cual no apuesta ya por la Feria de Estocs que organizaba el Ayuntamiento, sino que es más partidario de celebrar una semana de rebajas en sus propios establecimientos.
Esto es lo que se pone de manifiesto al comprobar que el Consistorio recibió apenas ocho adhesiones a la feria que se iba a montar. «Es un número insuficiente que no compensa el esfuerzo por hacer una feria», señalaba ayer la concejal de Ferias y Mercados, Sandra Moll, quien no obstante es consciente de que «los comercios del extrarradio» salen peor parados.
Y es que, como apuntaba Macià Coll, de la asociación Ciutadella Antiga, «a los comerciantes, sobre todo a los del casco antiguo, les gusta más hacer estos descuentos en sus tiendas, que no tener que hacer traslados, necesitar el doble de personal y pagar el estand».
No ocurre lo mismo con los negocios de Contramurada hacia afuera, donde no hay flujos de paseantes y «muchas veces no vas si no es para comprar algo muy concreto». Pero aún así, no han llegado a diez inscripciones, el mínimo que reclama el Ayuntamiento para impulsar la iniciativa.
Cabe tener en cuenta que disponer de un expositor de 3x3 metros en la Feria de Estocs habría supuesto una inversión inicial de 214 euros. A eso hay que sumarle el extra de personal, para un acontecimiento que, por su el bajo número de participantes, se hace poco atractivo para el público, y a su vez, la baja asistencia desanima al tejido comercial a tomar parte. Aún así, «sabemos que hay comerciantes a los que sí les interesa, y seguiremos proponiéndolo cada año», concluía Moll.
El apunte
«En Maó hay más tradición; aquí habría más tiendas si se hiciera en octubre»
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