Estos nuevos usuarios de los Servicios Sociales tienen una media de 79 años. Son personas que viven solas, que no tienen familiares cerca o que mantienen pocos vínculos, y adolecen de una falta de contacto social. El cual, además, se vio acrecentado de forma importante por la pandemia.
Además, estas personas presentan a menudo dificultades y deterioramientos físico o cognitivo. Esto afecta a la hora gestionar su día a día en cuestiones básicas como la higiene, la alimentación, el seguimiento de tratamientos médicos o mantener en condiciones el hogar. Situaciones que afectan a personas que viven solas, pero también se han detectado un par de casos de matrimonios, donde el cónyuge que ejerce de cuidador no alcanza a cubrir las necesidades básicas.
Según apunta la concejal de Servicios Sociales, Laura Anglada, «muchas veces la administración no es capaz de llegar a todos los casos», de ahí que sea importante contar con «radares» que ayuden a detectar posibles casos de personas que precisan de apoyo. Es ahí donde juegan un papel fundamental los 59 comercios adheridos al programa —23 peluquerías, 13 supermercados y panaderías, 12 pequeños establecimientos y 10 farmacias—. Estos, gracias a su contacto frecuente con sus clientes, observan si existen carencias, si presentan desorientación o falta de higiene, por ejemplo.
El establecimiento comunica el posible caso a estudiar y un técnico de los Servicios Sociales realiza una primera toma de contacto para hacer una evaluación. Es la tarea que realiza, por ejemplo, Núria Mercadal, educadora social que valora las necesidades que hay que cubrir. «En esa visita detectamos los problemas que existen», el principal de los cuales «es la soledad», y que deriva en muchas ocasiones en una falta de higiene personal o del hogar, en una alimentación deficiente, o en dificultades de carácter económico.
La derivación
En este punto se pone en marcha la maquinaria, para derivar cada caso y que se puedan beneficiar de los servicios que sean de menester. Sea el de ayuda a domicilio, con el acompañamiento diario de una trabajadora social; la puesta en común de una coordinación periódica entre los Servicios Sociales y los de Salud para llevar su seguimiento; contar con la atención por teleasistencia; contar con visitas regulares al domicilio por parte de una educadora social y una auxiliar sociosanitaria; o garantizar una buena dieta sirviendo los menús que se elaboran en el Cátering Social de la Fundació de Discapacitats. También reciben apoyo para trámites administrativos o peticiones de ayudas.
A menudo son sutiles las señales que pueden poner sobre la pista de las dificultades de una persona mayor, para gozar de una buena calidad de vida. Por ejemplo, evidenciar descontrol en una farmacia, con relación a la toma de medicamentos; o incluso vagar mucho por la calle sin un rumbo claro. Desde el Ayuntamiento lanzan un agradecimiento a los comercios adheridos por contribuir en la mejora de la calidad de vida de nuestros mayores.
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