Gasolina por las nubes. Los conductores comprobaban este jueves la enorme escalada de precios. Llenar el depósito de gasolina es casi 35 euros más caro que hace un año | Josep Bagur Gomila

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«Llevo 27 años en este sector y nunca había vivido esto, está siendo una subida estratosférica». Son palabras pronunciadas este jueves por Pedro Hernández, responsable de la estación de servicio Galp en Maó que sirven para ilustrar la inaudita escalada de precios que están registrando los combustibles tras el inicio de la invasión de Ucrania, con crecimientos vertiginosos en pocos días que han desembocado en lo que hasta hace nada parecía impensable, que el litro de gasolina –y también el del gasóleo– rozara este jueves los dos euros.

Aumentos que antes se producían a lo largo de meses se están acelerando en cuestión de días. El mes de marzo arrancó en Menorca con un precio medio de 1,688 euros el litro de gasolina. Diez días después este jueves dejó un precio medio entre las 20 gasolineras de Menorca de 1,907 euros el litro, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica. Es una subida de casi un 13 por ciento que se añade a las que ya se venían registrando desde hace un año, cuando el litro de gasolina se pagaba en la Isla a 1,376 euros el litro. La subida ha sido del 38,5 por ciento. La evolución es más llamativa en el caso del gasóleo, el carburante más utilizado por transportistas e industrias, con un incremento interanual superior al 50 por ciento que casi equipara su precio (en casos puntuales incluso lo supera) al de la gasolina. El adjetivo histórico caduca cada jornada que pasa.

«Muy preocupante». «Absolutamente dramático». «Totalmente insostenible». Son solo algunas de las reacciones que este encarecimiento repentino de los combustibles está generando en sectores directamente afectados de la economía insular como el transporte y el taxi, pero los efectos no se ciñen a quien se ve obligado a llenar el depósito para poder trabajar, sino que tendrá –de hecho ya está teniendo– repercusión en los bolsillos de todos, tanto por el consumo de vehículos particulares, como por la inflación previsible en todos aquellos productos que se transportan. Todo ello acompañado de una inflación que ya venía desbocada en cuestiones tan sensibles como el precio de la electricidad. Una tormenta perfecta sin previsión por el momento de que vaya a amainar.

El presidente de la Asociación de Empresas de Transporte de Menorca (Astrame), Joaquín Bisbal, explica que dentro del sector «la preocupación es enorme» por una realidad que califica de «absolutamente dramática». Relata factura en mano como el precio que pagaban hace un año por el combustible ha crecido alrededor de un 55 por ciento y recuerda los cambios normativos que permiten aplicar al cliente los sobrecostes: «Si no lo hacemos esto es insostenible». Advierte del efecto en cadena que esta escalada va a provocar y cómo finalmente el cliente final verá aumentar los precios en relación.

La patronal nacional de los transportistas acaba de reclamar una reunión urgente con el presidente Pedro Sánchez para apremiarle a tomar medidas extraordinarias que aligeren los importantes problemas que va a generar esto en las cuentas de explotación. Algunas voces del sector de la venta de combustibles aseguraban ayer que los precios en las gasolineras deberían ser incluso superiores y que no se están aplicando las subidas reales por las presiones gubernamentales a las grandes empresas del sector. El objetivo, evitar que cunda la alarma entre la población.

En el sector del taxi están «asustados» explica José Navarro, representante de la Agrupación de Taxis de Maó, quien recuerda que llevan con las mismas tarifas desde 2008 y advierte de que ya se están planteando algunas medidas a su alcance como «renunciar a servicios cortos en los que con el retorno no nos sale a cuenta». Advierte que este verano muchos compañeros se plantean no coger refuerzos: «Es tremendamente preocupante, un absoluto desastre y no tengo esperanzas de que vaya a haber soluciones». Su conclusión da que pensar: «La situación es insostenible y no sé lo que va a pasar, quizá sea mejor ponerse a camarero y dejar el taxi». En un año llenar un depósito de 55 litros con diésel se ha encarecido en 34,4 euros. Ahí es nada.

Otro de los sectores directamente afectados es la pesca. Xavier Marqués, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Ciutadella, lamenta que «nos están ahogando». Si antes los gastos de combustible podían representar un 15 por ciento de los costes, ahora es un 30 por ciento. Las barcas no han parado como en otros lugares del país porque se trata de pequeñas embarcaciones de potencia baja. Aprovecha para defender el producto local frente al de fuera, en el que se repercutirán más los sobrecostes del transporte.