Ciudadanos esperando ayer a ser vacunados en la Unidad Básica de Salud de Sant Lluís.    | MANOLO BARRO

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La variante delta de la covid-19 ha cambiado las reglas del juego en medio de este interminable partido en que se ha convertido la pandemia. Hasta la expansión de esta cepa, mucho más contagiosa, los epidemiólogos situaban la famosa inmunidad de grupo con la que dar por controlada la pandemia en el 70 por ciento de la población diana, un porcentaje que a las puertas del mes de agosto no se ha conseguido. Ahora, vistas las altas tasas de transmisibilidad de la nueva variante del virus, los expertos coinciden en que el porcentaje debería incluso superar el 90 por ciento, algo que consideran que muy difícilmente se podrá alcanzar si no se decide tomar medidas restrictivas que empujen a los no vacunados a vencer sus reticencias y pedir cita.

Actualmente el número de menorquines que ya están vacunados con la pauta completa es considerablemente elevado, el 63,5 por ciento de los mayores de doce años, el problema es que en las últimas semanas se está detectando un notable descenso en el ritmo de vacunación, un fenómeno previsible al que el epidemiólogo del Área de Salud de Menorca Maties Torrent se refiere como «la última milla».

«El porcentaje de reticentes a las vacunas crece a medida que avanza la vacunación y eso hay que combatirlo», asegura, antes de fijarse en otros países como Francia e Italia (Alemania lo está debatiendo) para defender que «se tendrán que tomar medidas para elevar los porcentajes de población vacunada, con restricciones para los que no lo estén. Es triste tener que llegar a ese punto», lamenta.

La presidenta del Govern, Francina Armengol, ha insistido esta semana ante el Parlament que reclamará al Gobierno que se puedan aplicar restricciones de acceso a eventos culturales, deportivos y de ocio si no se tiene la pauta completa de vacunación. La idea es incentivar a la población reticente a dar el paso. En ese sentido, Torrent, lanza un mensaje a este colectivo: «Ellos están en riesgo por mucho que se hayan vacunado los demás, y además facilitan que el virus siga circulando, con el riesgo que ello implica de que vuelva a mutar y quién sabe si a hacerse aún más contagioso».

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A las mismas conclusiones han llegado los epidemiólogos que asesoran a gobiernos del entorno europeo como Italia y Francia, que vienen afilando su arsenal legal para incentivar la vacunación. El gobierno transalpino aprobó la semana pasada la implantación del llamado certificado de vacunación para acceder a espacios públicos y en agosto la medida empezará afectar a la oferta de bares y restaurantes, a los que no se podrá acceder si no se lleva al menos una dosis.

Francia ya está aplicando una medida similar, encaminada básicamente a forzar la vacunación entre la población reticente. Un certificado acredita que la persona está vacunada antes de acceder a espacios concurridos, dando la alternativa de presentar un test de antígenos reciente con resultado negativo.

En cuánto tiempo

Un cálculo aproximado tomando como base los resultados cosechados hasta el momento por la campaña de vacunación en la Isla, donde se han dispensado hasta ayer 111.714 dosis para alcanzar ese 63,5 por ciento de población vacunada, señalan a una necesidad de otras casi 47.000 dosis para alcanzar el 90 por ciento.

Con el ritmo actual de vacunación –ya aminorado respecto a semanas anteriores– se necesitarían unas ocho semanas para alcanzar ese porcentaje, aunque los expertos consultados dudan mucho de que se pueda lograr la inmunidad de grupo en ese tiempo, teniendo en cuenta que se espera de que el número de dosis diarias que se administran continúe bajando a medida que avanza la vacunación.