Dicen que muchas veces la crisis trae de la mano una oportunidad. Y eso es lo que en parte está ocurriendo en Menorca con los mejillones del puerto de Maó. La pandemia obligó el año pasado a reforzar un camino que con el paso del tiempo se está consolidando, el de la exportación hacia Mallorca. Desde Muscleres González explican que el envío de género a la isla vecina lo empezaron antes de la covid, pero que fue durante la pandemia cuando subieron la apuesta ante la dificultad para sacar adelante el producto en el mercado local.
Por necesidad «hemos insistido en hacer nuevos clientes», confiesa Paco González desde la empresa y por lo que han podido comprobar el género ha despertado interés en Mallorca. De las 80 toneladas que cultivan en un año, aproximadamente un 15 por ciento viaja a la isla vecina para ser comercializado, «pero soy optimista, creo que la cifra va a seguir creciendo», asegura.
Sin embargo, el mejillón mahonés ya llevaba años ocupando un espacio en los platos mallorquines. La empresa Manuel Cabrera e Hijos lleva ya casi una docena de años enviando allí sus mejillones. En su caso no ha sido la pandemia la que ha impulsado el comercio, que no obstante está creciendo en los últimos tiempos. «Tanto aquí como allí estamos viendo cómo la demanda va al alza», comenta Manuel Cabrera, quien confiesa que «el mercado está este año mucho más suelto».En su caso puede enviar a Sóller, la sede del único distribuidor con el que trabaja, unas diez toneladas al año.
Sin embargo, con una producción limitada por las circunstancias del puerto de Maó, no parece que haya margen para abrir mercados más allá del mallorquín. Ambos cultivadores coinciden en que la gran baza con la que juegan es la del producto local y de proximidad, y la facilidad que esas características otorgan para poder realizar entregas con rapidez.
«La experiencia está yendo bien en Mallorca gracias en parte al interés mostrado por los comercializadores», explica González, quien por otra parte no esconde que uno de los problemas a los que se enfrentan es que debido a una producción limitada «no podemos ser tan competitivos como otros mercados en el tema de los precios». En ese sentido, el mejillonero sostiene que en el caso de Menorca podemos hablar de «calidad más que de cantidad».
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