Gomila. La alcaldesa no cree que la fiesta esté en peligro pese a que es necesario corregir aspectos | Gemma Andreu

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Se trata de un fenómeno global que no solo atañe a Ciutadella y sus fiestas de Sant Joan. La deriva de la celebración, los macrobotellones, se han extendido por todos los lugares y lo peor, estima la alcaldesa, Joana Gomila, es que han llegado para quedarse. Esta es la valoración general de la primera edil tras lo sucedido esta semana, al tiempo que rechaza el incivismo de otra fiesta atípica. Gomila aprueba la actuación policial y sustenta los acuerdos de la junta de seguridad pese al resultado final.La solución, dice, los posibles cambios, el debate en definitiva, ha de venir de un consenso    plural para aplicar alternativas que detengan el rumbo que ha tomado la fiesta.

Primera reflexión tras las ‘no fiestas' de este año.

—Hay que diferenciar la fiesta que ha vivido la gente del pueblo de otra forma sabiendo que no había actos ni qualcada, con meriendas y encuentros con familia y amigos, desde el sentimiento y el corazón. Y por otro lado, la fiesta del botellón en diferentes lugares de Ciutadella y en toda España. Los jóvenes viajan al acabar el curso y nuestras fiestas coinciden con ese momento. Es un fenómeno que nos preocupa y no nos gusta.

Parece, entonces, que le ha sorprendido, cuando este fenómeno ya viene de años atrás y era previsible...

—Los que han venido han sido muchos menos que en unas fiestas normales. Sí ha habido movimiento como en otros sitios de España y por eso en la junta de seguridad se montó el dispositivo que se creía necesario. Es un fenómeno que ha venido para quedarse en Ciutadella y en otros lugares del país.   

¿Les ha sorprendido o no?

—No nos ha sorprendido que la gente se desplazara porque desde el momento que se abre la movilidad la gente viaja.

¿A tenor de las noticias que le llegaban , o lo que usted veía, ha tomado alguna decisión que modificara o corrigiera lo acordado en la junta de seguridad?

—En la junta se pusieron todos los efectivos necesarios. El sábado de Sant Joan me reuní con el jefe de Policía y el de Emergencias para confirmar lo que se haría.

La presidenta del Consell ha dicho que se podía haber cerrado Es Pla o programar más actos para dispersar a la gente, sin querer responsabilizar a nadie. ¿Se podía haber hecho algo diferente?

—Lo debemos analizar en profundidad en la junta de seguridad y en el marco del Ayuntamiento y con el Consell si es necesario, e incluso el Govern. Es fácil decir que cerráramos Es Pla pero es que la gente se irá a otro sitio.

¿No se plantearon en la junta de seguridad, en ningún momento, poner límites de aforo o cerrar espacios?

—No, en principio no. Hay que recordar que había mucha gente de fuera pero también de Ciutadella, y si no hubieran podido llegar a Es Pla habrían ido a otros sitios que también tendrían que haberse controlado. Por eso no se pensó en cerrarlo, no es ese el problema.

Parte de la población cuestiona que la Policía no actuara con más determinación para evitar una reacción más problemática. ¿Está de acuerdo?

—Tanto los policías locales como los nacionales saben cómo han de intervenir, por tanto toda mi confianza y apoyo a las decisiones que han tomado.

¿Ha mantenido algún contacto con las autoridades sanitarias?, ¿teme que se produzcan brotes debido a las aglomeraciones?

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—Estaremos a la espera de lo que digan las autoridades sanitarias. Era muy importante que la gente cumpliera las medidas de seguridad, pero si no ha sido así esperemos que no se refleje con brotes.

¿Este Sant Joan del botellón y el incivismo debe marcar un punto de inflexión?, ¿es el momento de cambiar el rumbo que ha tomado la fiesta desde hace años o es imposible hacerlo?

—La tendencia era esta, pero este año se ha visibilizado más al no haber otros actos. La fiesta del botellón es un fenómeno global, algo que ha venido para quedarse, debemos estudiar qué hacer para minimizarlo    y que sobre todo no molesten al resto de ciudadanos.

¿La solución pasa por limitar la llegada de gente?

—Sí, ¿pero cómo lo limitas?. ¿Tiene el Ayuntamiento potestad para impedir que no venga gente a Ciutadella durante dos días y sí el resto del año? Hay que sentarse y ver si es posible, porque la movilidad es libre. Debemos debatirlo los políticos del Ayuntamiento, los vecinos y ver si es factible que no venga gente por Sant Joan.

¿No hay otra salida para evitar la masificación que genera incivismo y desvirtúa la fiesta?

—Estamos en contra de cualquier acto incívico en cualquier momento del año, que no lo provoca el Ayuntamiento, sino las personas. No solo afecta al Consistorio sino a todas las administraciones y sectores para decidir como evitarlos entre todos.

Los ingleses van a pasar una noche de desenfreno a las discotecas de Eivissa, y Sant Joan se ha convertido en el destino preferido para jóvenes y adolescentes que celebran el fin de curso. ¿Ve algún paralelismo?

—Nos preocupa esta tendencia porque el fin de curso engancha con estas fiestas. Este año se ha visibilizado más, pero repito que esto pasa por todas partes. En Llucmajor ocurre lo mismo y no tienen Sant Joan. Aquí se agrava por las fiestas y porque todos queremos disfrutarlas.

¿Qué le decía la gente por la calle estos días?

—Comentarios de todo tipo, hay gente que dice que esto no es posible y otros que comprenden que en el Ayuntamiento no podemos hacer otras cosas.

La oposición pide que actuén y asuman la responsabilidad por la imagen que ha vuelto a dar Ciutadella...

—Nos sentaremos con ellos porque es importante que participen de la situación y ayuden a tomar soluciones. Este fenómeno no depende del grupo político que gobierna sino que se da en muchos lugares y lo hemos de resolver entre todos.

«Salvem Sant Joan», se leía en la concentración del jueves. ¿Hasta qué punto está la fiesta en peligro?

—Hace años que se habla de esto por la masificación, aunque este año se ha visto más. No sé si está en peligro pero yo creo que no porque todos vivimos la fiesta intensamente. Sí hay actitudes que se han de corregir. Hay una parte de la fiesta que quizás se ha desvirtuado y no nos gusta. La fiesta evoluciona, no es igual que hace 50 años y hay aspectos que no agradan. Hay que ver si es posible pararlos.

¿Prevé cambios para el Sant Joan del 2022 postpandemia?

—No depende de mi, sino del Ayuntamiento, Junta de Caixers y otros sectores, hablarlo y tomar decisiones.