En febrero, el mes previo a la declaración del estado de alarma, el transporte regular por carretera fue utilizado por 106.757 usuarios. Los dos meses a los que se ha reducido la temporada turística de este año han animado las cifras, pero en septiembre y octubre han caído por debajo de la referencia febrero.
Entre el 1 de junio y el 31 de octubre la reducción del número de pasajeros se cifra en 882.145 respecto al mismo periodo del año pasado. Intervienen dos causas. La primera, la escasa afluencia turística y la segundo, el retroceso de este transporte entre los usuarios locales ante las dudas de contagio. El transporte colectivo ha sido uno de los segmentos, como todo el transporte en general, que más ha sufrido el impacto de la pandemia.
La menor demanda ha llevado a una reducción drástica de la oferta desde el momento mismo del confinamiento. A las líneas escolares o la del bus exprés desaparecidas de la ruta entonces se unieron desde mayo hasta mediados de junio una quincena más de líneas con destino en su mayoría a urbanizaciones.
Otras que se mantuvieron, como la ruta Fornells-Es Mercadal transportaron en abril un solo pasajero, la de Es Migjorn-Maó, 3 y la de Ciutadella-Sa Caleta, 5. Son ejemplos que avalan la suspensión de líneas porque ese mes fue de confinamiento radical.
Fue abril, por tanto, el periodo que marca el umbral de la movilidad interurbana. Las líneas regulares de autobús trasladaron en total 5.880 pasajeros, el 40 por ciento de los cuales corresponde a la L-1, Maó-Ciutadella.
El billete más usado de esa línea es en todos los periodos del año el que conecta ambas ciudades. En segundo lugar, la conexión con más pasajeros es la Maó-Alaior.
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