Foto tomada a finales de abril durante el proceso de recogida de forraje | Gemma Andreu

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A pesar de que el mundo se paró con la crisis sanitaria, el campo ha seguido ordeñando las vacas, alimentando a su ganado y generando gastos sin que hubiera la compensación económica prevista para hacerles frente. Además, la venta de ganado se ha paralizado por el cierre de la restauración o, se ha vendido por debajo de su precio. Con este panorama ha lidiado estos dos meses el sector agrario menorquín que, a pesar de estar al límite, ha querido aportar maquinaria y personal para la limpieza y desinfección de calles contra el covid-19.

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Las organizaciones agrarias de la Isla coinciden en asegurar que las ayudas públicas lanzadas amortiguarán los devastadores efectos de la crisis, aunque no van a compensar las pérdidas generadas. «Sin estas compensaciones, hubiera habido un problema muy serio, ya no es por precio, sino para no tener que tirar la leche», apunta el presidente de Fagme, Pau Bosch. El hándicap radicaba en el excedente que ya no podía ser asumido para la fabricación de queso y «no hubiéramos sabido dónde colocarla, era cuestión de supervivencia y no echarla a perder», agrega Bosch, aunque el precio no se haya equiparado. A ello, hay que sumar una ayuda balear por cabeza de ganado sacrificada una vez concluida su vida productiva. Y es que, se están vendiendo y seguirán vendiéndose a un precio inferior al habitual por falta de demanda.

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