Uno de los éxitos logrados por la Unión Europea en constante construcción es la movilidad adquirida por los jóvenes estudiantes. Cuando hoy mismo se celebran unas nuevas elecciones al Parlamento Europeo, los países que conforman esta unidad política y económica han dejado de estar lejos, de ser desconocidos, para numerosos alumnos acogidos al programa Erasmus+, que han podido realizar prácticas formativas en otro entorno y viajar con una facilidad antes impensable. Uno de los estudiantes menorquines que han participado recientemente en el programa comunitario es Bartomeu Bagur, de Es Migjorn Gran.
Estudiante del Grado Medio de Mantenimiento Electromecánico en el instituto Josep Maria Quadrado de Ciutadella, Tomeu debe completar 400 horas de prácticas en empresas para obtener su titulación. 200 de esas horas las realizó en los talleres de Truck Point en Florencia, Italia. Las 200 restantes las está realizando estos días en la empresa Instalaciones Barber Gomila de Es Mercadal. La primera parte, la que realizó en la empresa italiana, se centró en la mecánica, con el mantenimiento y reparación de autobuses, furgonetas y camiones, y de regreso a Menorca sus prácticas están focalizadas en la electricidad.
La experiencia del Erasmus en Florencia fue su primer viaje y estancia en el extranjero completamente solo. «Me ha gustado mucho, yo mismo me he sorprendido, lo recomiendo rotundamente, al principio da respeto, no tienes a tu familia como apoyo, pero te conoces más a ti mismo y mejoras como persona», asegura este jovencísimo menorquín que acaba de entrar en la sección viajera.
Por las mañanas, de lunes a viernes, se dedicaba por completo al trabajo. «Fui muy bien recibido por la empresa, me presentaron a todo el mundo y me asignaban tareas y compañeros cada día», explica este estudiante. «Comíamos juntos, un grupo de cuatro o cinco de varias edades, jóvenes y también un compañero que estaba a punto de jubilarse», y eso, reconoce, ayudó a crear vínculos y a que las prácticas rodaran. «Ayudaba en el montaje y desmontaje de motores, me explicaban el funcionamiento y la avería que íbamos a reparar».
Como al llegar no sabía italiano, recurrió a lo más elemental para sacar adelante el trabajo: «Me aprendí de memoria el nombre de las herramientas básicas», y a medida que pasaban los días «fui aprendiendo un poco de italiano»; también se defendía en inglés, ya que en la plantilla trabajaba un joven de Ámsterdam y con él podía entenderse en ese idioma.
«Las tardes las dedicaba a visitar Florencia, una ciudad muy bonita, y los fines de semana hacía alguna escapada por los alrededores. Así, dentro de la Toscana también viajó a Pisa –en unos días en los que recibió la visita de su familia–, y a la vecina región de Emilia-Romagna, donde conoció lugares como Modena y Bolonia por ejemplo. De sus paseos por Florencia recuerda la Catedral de Santa Maria dei Fiore (el ‘Duomo'), con su fachada realizada en mármoles; el Jardín de Bóboli; la basílica de San Miniato al Monte, uno de los lugares más altos de Florencia, «me gustaba ir a los parques y también buscar sitios donde tener buenas vistas de la ciudad»; y el teatro romano de Fiesole, villa arqueológica del área metropolitana de Florencia.
Ruta de museos
Tomeu no dejó pasar la oportunidad de visitar algunos de los museos más famosos del mundo, pero en su caso, no de pintura o escultura, sino de otro tipo de obras de arte más relacionadas con sus estudios: motocicletas y coches. El menorquín admite que le gustan más los automóviles, pero aún así no se perdió el museo y la fábrica de la legendaria marca de motos Ducati, en Bolonia, donde se conserva la primera bici con motor.
En el Motorvalley italiano visitó otros dos templos del lujo en lo que a coches se refiere, los museos de Lamborghini «este fue el que más me gustó» y el de Ferrari, donde inmortalizó modelos antiguos y modernos, «también podías mirar los motores, los tenían todos expuestos», recuerda con entusiasmo. Y es que sin duda estas visitas le dejaron huella, «disfruté mucho, estuve horas en cada museo», asegura.
La estancia del joven en Florencia comenzó el 18 de marzo pasado y se prolongó hasta el 24 de abril. Poco más de un mes, una estancia corta en el tiempo pero intensa, «si la aprovechas bien», subraya el estudiante. En su caso, pudo participar en la reparación de grandes vehículos (como el que se ve en la imagen que acompaña este texto), ya que Truck Point, la firma florentina también es un centro autorizado de Iveco Bus.
En cuanto a la organización de su viaje y estancia, además de contar con la beca del Erasmus+, Tomeu estuvo en todo momento acompañado, «el propietario de la casa me esperó en el aeropuerto, como me habían dicho, me llevó y me explicó las cosas básicas», recuerda. La intermediación del instituto y de sus socios en el país de acogida es fundamental, para que el alumno reciba el apoyo necesario y se instale sin problemas. Aún así, siendo la primera vez sin tener a su familia cerca, había ratos de soledad que resolvía con sus paseos por la ciudad.
El joven ‘Erasmus' acabará sus prácticas, trabajará en verano y ya encara su futuro. «Pienso que me gustaría continuar con un Grado Superior, pero aún no sé si de Robótica Industrial o de Aviónica», señala. Tomeu pensó en seguir el camino hacia la universidad pero al repetir cuarto curso de ESO repensó sus opciones. Ahora está satisfecho con el rumbo tomado.
3 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
Açò és un al.lot que val! Enhorabona, Bartomeu!
De avont havia de ser???
Açò és un al.lot que val! Enhorabona, Bartomeu!