Imagen de archivo de la finca de Binidelfà que ha adquirido el magnate español de la sanidad privada Víctor Madera. | ARCHIVO

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El acuerdo rural entre propietarios y payeses para la explotación de una finca empieza a decaer. El sistema de ses amitges o legalmente bautizado como Sociedad Rural Menorquina (SRM) entre el cultivador de la finca y la propiedad ha empezado a desaparecer en algunos de los predios que han cambiado de manos recientemente. Es una de las consecuencias principales de la compra de llocs por parte de empresarios foráneos que acaban con este sistema tradicional menorquín para avanzar hacia la contratación del payés como un trabajador más. Así lo señalan la Federación Agrícola y Ganadera de Menorca (Fagme) y Unió de Pagesos. No se trata de una situación generalizada, aunque sí se está introduciendo paulatinamente.

Esta nueva forma de gestionar las fincas agrícolas menorquinas no supone un peligro en el puesto de trabajo de la familia ganadera ya que, según indica el presidente de Fagme, Pau Bosch, «no hemos percibido cambios, tan solo se modifica la relación que se establece entre las dos partes». Puede que el payés tenga que abandonar ses cases, pero se le habilita otra zona para su residencia. Es por eso que Bosch agrega que «mientras se mantenga la actividad agraria y hagan las cosas bien, lo aceptamos».

Este sistema es el que se ha implantado en fincas como Binidelfà, comprada recientemente por el magnate de la sanidad privada Víctor Madera, el lloc de La Vall que fue adquirido por el empresario catalán y ex CEO de Desigual, Manel Adell, o Curniola, una finca que primero estuvo en manos de unos alemanes y luego de franceses.

Desde Fagme indican que este sistema no ha supuesto de momento que el propietario aplique la regla del «ordeno y mando», puesto que en la mayoría de ocasiones pide consejo al payés. Además, para evitar la dejadez de funciones, los propietarios establecen incentivos. Pau Bosch se refiere al interés de los nuevos propietarios en modernizar las instalaciones. También suelen incorporar nuevas actividades productivas como la siembra de olivos o vides.

La secretaria general de Unió de Pagesos, Margalida Llambías, coincide en asegurar que en algunos llocs se ha cambiado el sistema de gestión. Advierte que en caso de que el payés pase a ser asalariado, ya no tiene derecho a hogar por lo que pueden verse en la necesidad de tener que buscar casa en la ciudad. No obstante, da un paso más e indica que en otros casos ha ocurrido que el nuevo propietario acaba prescindiendo de la actividad ganadera y, también de payés, puesto que el ganado suele generar molestias. Hay otros que mantienen al payés aunque suprimiendo el ganado y derivando la actividad hacia otro tipo de cultivos. Llambías también apunta a algunos casos en que la propiedad se queda con la finca -que rehabilita- y alquila las tierras.

La Asociación de Empresarios de Explotaciones Agrarias de Menorca (Agrame) defiende la Sociedad Rural Menorquina porque «es válida, funciona en muchos casos y ha mantenido el campo», indica su secretario Sebastià Pons. Se trata de una «figura que debe mantenerse como una opción más». Indica que las SRM siguen siendo mayoritarias, hay en torno a 300 fincas que funcionan con el sistema de amitges, aunque coincide en que los nuevos propietarios, foráneos, no entienden esta figura única menorquina. Además, cuando hay un giro total de la explotación hacia otras actividades, como la elaboración de vino o aceite, la SRM acaba siendo inviable.

Hace referencia al impulso (a través de ayudas para inversión) para que los jóvenes entren en una SRM. Indica que Menorca es uno de los pocos lugares donde hay jóvenes agricultores, aspecto valorado a nivel nacional. Incluso ha habido intentos de implantar las SRM en otros enclaves, aunque sin éxito.