Una mujer mayor, caminando sola por una calle del centro histórico de Ciutadella. | Josep Bagur

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El 28 por ciento de los hogares de Maó y Ciutadella, o lo que es lo mismo tres de cada diez, están compuestos por un solo habitante. En números absolutos significa que entre ambas ciudades hay 6.054 personas que viven solas. Es decir el 10,6 por ciento de la población de los dos mayores municipios de Menorca.

En Ciutadella el porcentaje de casas con un solo residente es más elevado, el 28,4 por ciento (3.117) de los 10.976 hogares que hay en la ciudad de Ponent. En Maó, el 27,8 por ciento de los 10.564 hogares de la ciudad de Llevant solo tienen un inquilino. Ello supone que en Maó 2.937 personas viven solas.

Son datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), referidos a los municipios de más de 20.000 habitantes en 2017. De las 12 ciudades de Balears, Ciutadella y Maó ocupan la media tabla del ranking, que lo lidera Santa Eulària des Riu (Eivissa), con un 33,1 por ciento de hogares con un solo habitante y lo cierra Marratxí (Mallorca) con un 15,2 por ciento.

El tamaño medio de los hogares de Maó y Ciutadella se sitúa en las 2,6 personas. En las ciudades de Balears la media oscila entre las 2,55 personas por casa de Calvià y los 3,03 residentes por hogar en Marratxí.

«Invisibles»

El sociólogo y director del gabinete socioeconómico Gadeso, Antoni Tarabini, afirma que «hablar de las personas que viven solas es un hecho que extraña, porque no es visible, más allá de que de vez en cuando sale un caso en la prensa de que han encontrado a una persona que lleva varios días muerto en su casa».

Tarabini asegura que las personas que viven solas principalmente se concentran en dos colectivos. Por un lado la gente mayor y por el otro personas de entre 30 y 40 años, y en ambos casos está relacionado con los cambios que la sociedad ha experimentado últimamente.

En cuanto a las personas más jóvenes, Tarabini expone que «los paradigmas han cambiado; antes el objetivo era casarse y formar una familia, pero ahora todo esto ha cambiado y para muchos jóvenes hay otros objetivos, y cada vez hay más que deciden vivir solos».

También influye notablemente, expone Tarabini, que la sociedad cada vez es más envejecida, añadido a que «los núcleos familiares han cambiado radicalmente, sobre todo a partir de la entrada de la mujer en el mercado laboral», con la que se ha acabado rompiendo «la red familiar» que hacía que en muchos hogares los abuelos acabaran conviviendo en la casa de sus hijos.

Con todo, Tarabini establece una diferencia entre los mayores que viven solos porque así lo han decidido por propia voluntad, porque prefieren estar en su casa, y aún se valen por si mismos, y los que están en su casa porque no pueden entrar en las residencias geriátricas, ya sea porque no disponen de suficientes recursos o porque no tienen plaza.

El presidente de la Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Menorca, Pere Pons lo ve de forma similar y confirma que «la mayoría de la gente prefiere seguir viviendo en su casa, aunque esté sola», aunque también apunta el problema de la falta de plazas y la larga lista de espera para entrar en un residencia geriátrica. Y añade Pons: «La sociedad ha cambiado mucho, hay menos natalidad, hay familias monoparentales, la gente está más hipotecada, y tanto el hombre como la mujer trabajan, pero también es verdad que prima la comodidad y una cierta visión egoísta», con la que es más fácil dejar a la gente mayor en los geriátricos que asumir su cuidado.