Passeig del Riu. Desde primera hora de la mañana el parking se llena de vehículos con poca rotación, por lo que al mediodía y a la tarde encontrar un hueco es realmente complicado. Ahora además llegan los que toman el camino desde Cala Galdana a la vecina Macarella. | Gemma Andreu

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La movilidad y el flujo de vehículos hacia las playas parece un castillo de naipes en el que cualquier movimiento amenaza con derrumbarlo. Cala Galdana, que cada verano sufre el déficit de plazas de aparcamiento, este año tiene más conductores que dan vueltas y vueltas a la urbanización a la caza de un hueco en el que dejar el coche y lanzarse al agua y la arena. Este es uno de los efectos secundarios del cierre del parking de Macarella y la obligatoriedad de acceder en bus, que hace que muchos turistas decidan caminar y llegar a la cala a través del Camí de Cavalls. Pero antes, han de aparcar su vehículo en una urbanización de por sí ya saturada durante la temporada alta.

«Se nota muchísimo, no sabe la cantidad de personas que no están alojadas en Cala Galdana que me preguntan cómo llegar andando a Macarella», comenta el empleado de un restaurante que desde la barra también contempla las carreras de los trabajadores de bares, restaurantes y hoteles para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. El problema de la falta de parking les exige salir de casa con bastante antelación, buscar sitio como cualquier turista, lejos de sus empresas, «arriesgándonos a multas» en ocasiones, y correr para llegar a tiempo. En algunos hoteles de la zona son más afortunados y disponen de plazas para los empleados.

Mayo y junio han sido más llevaderos, no solo porque es temporada media sino también porque el tiempo no ha sido tan bueno, pero este inicio de julio «sobre todo al mediodía, es ya terrorífico, y el parking de Cala Mitjana está a reventar», señala uno de los empleados del sector turístico de la zona. Algunos clientes de hoteles y restaurantes se quejan; otros, si tienen mesa reservada, dejan primero a unos cuantos comensales mientras el conductor sigue buscando aparcamiento. El problema es que los coches tienen poca rotación, los sitios se van llenando por la mañana y al mediodía y el día de playa se alarga, pocas plazas se vacían hasta que no pasa la tarde. El alcalde de Ferreries, Josep Carreres, señala que «es difícil saber quién se queda en Cala Galdana y quién toma el camino a Macarella» pero admite que el cierre del parking de la playa virgen ha afectado al movimiento de coches en la urbanización turística del municipio.