La llegada, del crucero Costa Victoria, cada martes a Ciutadella con unos 2.000 turistas, ha hecho que la ciudad de Ponent también se sume esta temporada al turismo de cruceros | Gemma Andreu

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La asociación Ecologistas en Acción en su informe anual de 2018, en el que entrega las banderas negras, señala a los cruceros como una de las principales amenazas ambientales de Menorca y Balears por la contaminación y el impacto que generan.

En el capítulo dedicado a Balears, destaca que «es notoria la contaminación del aire que provocan los cruceros, junto a otros impactos ambientales como son la generación de basura, de aguas residuales, de aguas de sentinas, de residuos tóxicos,...».

Hace extensivo el problema a todo Balears, aunque pone el foco en Palma, donde asegura que las viviendas del paseo marítimo «cuando sopla brisa», la contaminación del aire «les obliga a mantener las ventanas cerradas, pues el ambiente deviene irrespirable».

La entidad ecologista lamenta que «el absoluto descontrol y falta de información a la población sobre las emisiones de humos y otras externalidades ambientales que provocan los cruceros, significadamente en el puerto de Palma, aunque también atracan en otros puertos del archipiélago».

De hecho va más allá y denuncia que «parece existir un pacto de silencio entre las distintas administraciones concernidas y la Autoridad Portuaria», ya que «no existe información, o es escasísima, deficiente y no en tiempo real, sobre los parámetros ambientales a los que afecta esta industria pesada».

Es consciente de que el número de turistas que llegan en crucero es «muy inferior al de quienes lo hacen por vía aérea». No obstante, puntualiza, que «la concentración durante horas de miles de cruceristas en los puertos visitados (y el mero funcionamiento de los barcos que los transportan) provoca impactos que la dispersión de destinos propia del viaje por avión no produce».

Asimismo, lamenta que «no exista la menor voluntad de limitar este fenómeno», sino todo lo contrario, ya que se trata de un tipo de turismo que va a más: en el primer trimestre de 2018 aumentó un 134 por ciento, respecto a 2017. Y se pregunta «si vale cualquier cosa, incluso la salud de las personas, a la hora de cuadrar balances, pues ya están demostrados los perjuicios provocados por esa contaminación».

Toque de atención por las deficiencias en la depuración en la playa de Sa Caleta

La segunda bandera negra que Ecologistas en Acción entrega a Balears es para la depuración deficiente en todas las islas. Lo atribuye a que las islas, sobre todo en verano, «superan con creces la capacidad de carga» y la «capacidad de depuración queda sobrepasada ampliamente en muchos lugares con el aumento poblacional propio de la temporada turística». El problema se aprecia, entre otras zonas, en la bahía de Palma, Alcúdia, Banyalbufar, Santanyí, Talamanca en Eivissa y en el caso de Menorca destaca Sa Caleta, en Ciutadella. Seguramente tiene relación con el vertido de la depuradora del pasado mayo que obligó a prohibir el baño durante casi cuatro días.

Por otro lado destaca como positivo el decreto de la protección de la posidonia, pero lamenta que todavía no haya entrada en vigor.