Los viajeros son...
— El mahonés Tolo Moya Olives (11 mayo 1983) y su pareja Gisela Pahissa Lucas ( Sant Feliu, 23 julio 1987). Recorren el mundo juntos y por su cuenta.
Profesión
— Tolo es profesor en la Universidad Ramon Llull de Barcelona, ha cogido un año de excedencia. Gisela organizaba eventos deportivos en la Federación Internacional de Baloncesto. Ella ha dejado el trabajo para lanzarse a esta aventura.
¿Dónde están ahora?
— En estos momentos, en Nueva Zelanda.
¿Cuál es su ruta?
— Su itinerario completo es el siguiente: Argentina, Chile, Isla de Pascua, Bolivia, Perú, Estados Unidos, Hawaii, Fiji, Nueva Zelanda, Australia, Indonesia, Singapur, Filipinas, Japón, Corea del Sur, China, Myanmar, Bangladesh, Nepal, India y Sri Lanka.
Se autodenominan viajistas, neologismo que han creado a partir de las palabras viajero y turista y que se ha convertido también en el título de un divertido blog (viajistas.com) en el que, a modo de diario de viajes, narran sus escapadas y peripecias. El 28 de diciembre de 2017 comenzaron una aventura aún mayor que las experimentadas hasta esa fecha: Tolo Moya y Gisela Pahissa iniciaron la vuelta al mundo, un sueño convertido en realidad del que tienen previsto despertar el 27 de diciembre de 2018. Un año nómada para este mahonés y su pareja que en el momento de realizar esta entrevista –a dos voces y en los pocos momentos en los que han tenido acceso a wifi–, se encuentran en las antípodas, conociendo Nueva Zelanda. Este último mes han recorrido el país de Oceanía en furgoneta, llegaron a él desde Fiji y dentro de poco pondrán rumbo a Australia.
¿Qué motiva sus viajes?
—Tolo: Desde pequeño mis padres siempre me llevaban de viaje con ellos y ya de mayor seguí viajando, con amigos o solo. Lo que me ha impulsado a viajar estos años ha sido que en cada viaje conoces gente nueva y tienes experiencias que nunca vivirías si no sales de tu zona de confort. Esas gentes y experiencias te dan otra visión del mundo y de las cosas.
–Gisela: A mi me mueve la curiosidad. El conocer otras maneras de vivir y, sobre todo, de pensar. No conocemos más que lo que nos enseñan y creo que es importante conocer más allá para comparar y valorar lo que tenemos. Puede que lo que conocemos no sea lo mejor ni para nuestro entorno, ni para los que nos rodean ni para nosotros mismos. Lo mejor de viajar es que te ayuda a desaprender y aprender de nuevo.
Económicamente ¿cómo sufragan un viaje tan largo?
—T: Llevamos varios años ahorrando para este viaje. Gisela además recibió una indemnización por un accidente de tráfico hace unos años y decidimos convertir lo malo en algo bueno, invertirla en el viaje. También utilizamos herramientas que nos permiten ahorrar bastante dinero, como el couchsurfing –una aplicación donde la gente ofrece su casa a viajeros para hospedarse o hacemos relocation para el transporte (la empresa de alquiler de coches permite que lleves vehículos que se han entregado en una oficina hasta otra de forma gratuita o muy barata, en un tiempo máximo, el precio del coche puede ser simbólico).
La gente piensa que viajar es muy caro, pero todo depende de cómo te guste viajar. Nosotros hicimos cálculos y nos gastaremos lo mismo viajando que viviendo este año en Barcelona, entre hipoteca, facturas, transporte, comida...tomo suma.
Esta vuelta al mundo conlleva cambios importantes, como dejar trabajos, alquilar su vivienda... ¿vale la pena?
—T: Sin duda que vale la pena. En mi caso no he dejado el trabajo, me he tomado un año de excedencia. Gisela ha sido la valiente que lo ha dejado (ríe). Cuando decides hacer un viaje así estos temas son los que más miedo dan, pero cuando ya estás viajando descubres que es la mejor decisión que has podido tomar. Creo que todo el mundo debería hacerlo para tomar distancia y volver con nuevas ideas en la cabeza que puedes aplicar en tu lugar de trabajo y en tu día a día.
–G: Creo que es la mejor decisión que he tomado nunca. Claro que es difícil dejar un buen trabajo que te gusta, una estabilidad, la familia..., pero al final todo eso puede recuperarse al volver. Lo que estamos viviendo y aprendiendo en este viaje no se puede conseguir de otra manera, más que dejándolo todo y marchándote a descubrir el mundo.
¿Cómo se integran en los sitios que conocen, por ejemplo, realizan algún trabajo esporádico?
—T: La intención del viaje es conocer y visitar, de momento no hemos trabajado. Es cierto que la mejor forma para conocer un lugar es poder interactuar con su gente, y por eso nos gusta tanto el couchsurfing. Dormir en casa de gente local te da la oportunidad de pasar tiempo con ellos, de poder hablar y compartir maneras de pensar y de vivir.
¿Con qué idiomas se mueven por el mundo?¿Han hecho amigos?
—T: Mi pareja habla inglés y francés; yo hablo inglés, y hasta ahora nos hemos movido en español e inglés. Hemos conocido muchísima gente a través del couchsurfing y durmiendo en albergues. Normalmente a la gente que viaja de mochilera como nosotros le gusta compartir experiencias y conocer gente nueva.
¿Por qué decidieron contarlo todo en un blog?
—T: La idea del blog empezó en realidad con Menorca. Todos los años mucha gente me pedía información para ir de vacaciones, así que decidí escribirlo en un blog y compartir el enlace. Ahora se ha convertido más en un diario personal, para tener todos nuestros recuerdos por escrito.
¿Qué conocimientos les ha aportado viajar?
—T: Un viaje siempre aporta conocimiento sobre el lugar que se visita, como la historia o la cultura. Pero como decía el escritor Manuel Leguineche «El camino más corto para encontrarse a uno mismo da la vuelta al mundo». Eso es lo que me aporta este viaje, cada día tienes nuevos retos que hacen que veas tus defectos, y como tienes tiempo de sobra, puedes ir puliéndolos. Te das cuenta de que tienes que aprender a olvidar mucho, cuánto más, mejor, y abrir tu mente a nuevas formas de hacer y ver las cosas. Bueno y también ¡con lo poco que eres capaz de vivir! Llevamos cinco meses con un par de pantalones, unas cuantas camisetas, casi sin internet..., y nunca había sido tan feliz. Viajar también te obliga a salir de tu círculo y a hablar con gente de todo tipo, acabas descubriendo mil maneras de hacer y rompiendo muchos tópicos que tenemos.
–G: Yo en este viaje estoy aprendiendo lo inconsciente que puede llegar a ser el ser humano. Una de las cosas que más me está impactando es darme cuenta de lo alejados y desconectados que estamos de la naturaleza. Estamos conociendo países y culturas muy conscientes de que la naturaleza es lo importante porque es quien nos da la vida, les da los alimentos para nutrirse, el oxígeno para respirar, por eso hay que cuidarla.
¿Qué paisajes guardarán en la memoria y en su blog?
—T: Descubres sitios impresionantes que no habrías imaginado, podría contar mil veces cómo es el Salar de Uyuni con el efecto espejo pero si no lo ves, nunca sabrás lo que se siente allí. Me está chocando mucho ver con mis propios ojos (y no a través de una pantalla) glaciares que están desapareciendo, paraísos que están siendo contaminados, lugares preciosos que en unos años no existirán..., soy un poco más consciente de que hay que hacer algo. Estamos visitando muchos lugares donde están tomando medidas.
–G: A nosotros nos lo explican en casa y nos lo enseñan en el cole pero no sirve de nada, porque no somos conscientes. Cuando vemos que la naturaleza es maltratada por la industria alimentaria, por la contaminación o la sobreexplotación nos incomodamos y miramos hacia otro lado, no va con nosotros, porque estamos muy lejos de la naturaleza y hay una estantería de supermercado llena de productos industriales entre ella y nosotros.
¿Y su etapa, en Nueva Zelanda, cómo está siendo?
—T: Es un país con 4 millones de habitantes en un territorio que es dos tercios de España. Está dividido en dos islas, y en la sur vive el 20 por ciento de la población. En ese sentido es un país muy poco congestionado, eso hace que no esté tan edificado. La mayor parte de su territorio son montañas, campos y lagos. Decidimos alquilar una furgoneta para recorrer las islas durante un mes. Empezamos por Auckland, en el norte, y hemos ido bajando hasta recorrer la isla sur, que nos ha gustado más, ya que al estar menos poblada es un poco más virgen y salvaje.
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