El abandono poblacional de los núcleos urbanos es más patente en los centros históricos | Javier Coll

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En Menorca, en los últimos años, ha tenido lugar un progresivo abandono de la población en los cascos urbanos tradicionales. Muchos residentes se han marchado a vivir a las urbanizaciones y otros han establecido su residencia en el campo, de allí la proliferación de núcleos de hortals, cuya superficie se ha duplicado desde 2003.

El avance de la revisión del PTI detecta este nuevo problema, que no circunscribe solo a los cascos históricos. Eso sí, es donde más se aprecia debido a la «terciarización turística incontrolada» de los centros urbanos, que ha desencadenado «procesos de expulsión de la población residente» hacía barrios dormitorio y ámbitos periurbanos, como las zonas turísticas.

Una situación que ha sido acelerada por «el encarecimiento de los precios de la vivienda (en propiedad y en alquiler) y el proceso de envejecimiento» de sus residentes. A estas causas los redactores del nuevo PTI añaden la aparición de nuevos formatos de ocio y comercio, así como una progresiva pérdida de identidad cultural y atractivo residencial, que invitan a muchos menorquines a preferir vivir fuera de los núcleos urbanos tradicionales.

El nuevo Plan Territorial, cuyo avance está apunto de aprobarse y que sentará las bases de la futura ordenación territorial, quiere afrontar esta problemática para «revertir este proceso de abandono del uso residencial». Los redactores reconocen que «no es tarea fácil» hacerlo desde el planeamiento, si ello no va acompañado de «otras políticas». Se refiere principalmente a una «política habitacional activa» con el objetivo de «mejorar la accesibilidad de la vivienda».

También aboga por poner límites al turismo en los cascos urbanos tradicionales, para frenar «la gentrificación turística». Habla de «limitar» el alquiler turístico en estos núcleos, como así lo prevé la zonificación propuesta por el Consell que los veta en los núcleos urbanos (con seis excepciones). También propone «condicionar la nueva oferta de alojamiento en los cascos históricos y urbanos de interés turísticos» a establecimientos hoteleros de «gama alta y alto valor añadido (petit hotel, hotel boutique,...), que contribuyan a revalorizar el patrimonio y dinamizar la economía local».

A estas medidas se les debe añadir otras como la prohibición de nuevas residencias (y ampliación de las existentes) en suelo rústico, limitando los núcleos de los hortals. También apuesta por «recuperar la centralidad de los equipamientos y servicios en los centros urbanos» y potenciar «la renovación del bajo comercial», apoyando el comercio de proximidad y centros comerciales abiertos, para hacer más atractivo los cascos urbanos.

Los redactores apuntan que con el PTI vigente hay margen de crecimiento urbanístico en los núcleos tradicionales, y en caso de agotarse siempre existen las Áreas de Transición, que pese a estar en rústico (delimitando los núcleos urbanos) son zonas de reserva de suelo que en caso de necesidad se pueden destinar a futuros desarrollos urbanos.