Los buques llegaban este martes a las 12 del mediodía, hora en la que el margen de tiempo para que los transportistas se pongan al día con las entregas resulta escaso. Las empresas de mensajería llevaron los días de mala mar un retraso de 24 horas en los repartos.
Un día sin repartir significa que al siguiente se doblarán el número de entregas, así que «tenemos a los chóferes comiendo de un bocata para poder cumplir al máximo el reparto», señala el encargado de una conocida empresa de transporte para justificarse. En otra han contratado más personal para que las cancelaciones les percutan lo mínimo posible en los tiempos de entrega.
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