Mariano Bendito y Lorenzo Moll explicando el proyecto a los medios de comunicación en septiembre de 2013

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Los menorquines Lorenzo Moll y Mariano Bendito han dicho basta. Después de tres años explicando su proyecto tanto a las administraciones como a la sociedad civil han decidido desistir por culpa de la falta de apoyo institucional.

Querían crear una compañía aérea propia, que se llamaría Menorca Air, y permitiría acabar con la deficiente conectividad aérea que sufre la Isla, sobre todo durante el invierno. Viajaron a Holanda e Inglaterra para asesorarse, contactaron con agencias y turoperadores y presentaron su proyecto tanto al Ayuntamiento de Ciutadella, como al Consell y el Govern.

No obstante, no han recibido respuesta alguna que les ayude a hacer realidad su idea, más allá de buenas palabras y «palmaditas en la espalda», asegura Lorenzo Moll.

«Todo el mundo mostraba mucha predisposición, pero a la hora de la verdad nadie ha movido un pie», lamenta uno de los impulsores de la aerolínea menorquina. Han mantenido contactos con los máximos representantes de las administraciones tanto durante la anterior legislatura como en la actual.

Pese al interés que parecía despertar no han logrado los cerca de 10 millones de euros necesarios para comenzar a trabajar. Posteriormente, apostaron por crear una empresa con capital privado, aunque nuevamente sin éxito.

Menorca Air tenía previsto volar regularmente a Palma, Barcelona, Madrid y Valencia y conectar también con ciudades europeas que no formaran parte de los circuitos tradicionales.

Calculaban que podrían atraer entre 150.000 y 200.000 turistas cada invierno. Para ello, contarían de inicio con cinco aviones, dos de pequeñas dimensiones (de unos 50 pasajeros) y tres más que podrían transportar a un centenar de personas.

Tenían estudiados también los precios de los billetes. Volar a Mallorca costaría 48 euros por trayecto, la mitad con el descuento de residente.

«Era una gran idea y un proyecto serio. He hecho todo lo posible y nunca nadie me ha cerrado la puerta, pero los que tenían que ayudar no lo han hecho», sentencia Moll con resignación.