Es común encontrar restos de cigarrillos en las playas | Gemma Andreu

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Con el calor las playas se llenan de gente. Y de colillas. Los filtros de cigarrillo constituyen una parte importante de los residuos que recogen las brigadas de limpieza en verano. Por ello Eivissa ha calificado la playa de Santa Eulàlia como «playa sin humo». No se multa a quien fume, pero se advierte a los usuarios de las razones por las que no deberían, como las molestias que provocan a los demás y la contaminación del medio ambiente. Eivissa es la primera de Balears que sigue el ejemplo de Galicia, donde no se puede fumar en 20 playas. Las instituciones menorquinas siguen luchando contra los desperdicios derivados del tabaco, pero no prevén restringir su consumo al aire libre.


Sin novedades

Los distintos concejales de Medio Ambiente de la Isla reconocen no tener ningún plan para frenar el consumo de tabaco en las playas, aunque en todas las localidades se intenta concienciar a locales y visitantes para que fumen de forma responsable, sin dejar desperdicios. La concejala de Ferreries Enriqueta Camps recuerda que sí se aumentó el número de ceniceros en el paseo que rodea Cala Galdana para evitar que se fumara en la arena. En las playas vírgenes, lamenta, no se puede: «Sería más difícil». En Es Mercadal y Es Migjorn Gran uno de los requisitos para recibir la concesión de la zona de hamacas en sus playas es que sombrillas o tumbonas lleven un cenicero. Las ordenanzas municipales de playas de Ciutadella y Alaior (2004) prohíben dejar cualquier residuo en la arena, lo que incluiría las colillas. En ambas ordenanzas se contemplan sanciones de hasta 750 euros, cifra que puede ascender a 3.000 euros si el material depositado puede «producir contaminación o riesgo de accidente».


Cono cenicero

El Consell quiere fomentar el consumo responsable de tabaco en la costa y, como otros veranos, facilita ceniceros en forma de cono a los Ayuntamientos, que los reparten a través de sus respectivas oficinas de turismo o a pie de playa. En el segundo caso los bañistas pueden recoger un cenicero de un dispensador, que deben devolver cuando se vayan para que otros los reutilicen. Así lo hacen en Sant Lluis, aunque la técnica de Medio Ambiente, Yolanda Pons, indica que «no se devuelven todos y la brigada de limpieza debe reponerlos» periódicamente.