José Ramón Aranda, los ponentes Adolfo Vilafranca, Magda Pons-Quintana y Ferran Porto Vila y el moderador Josep Pons Fraga | Gemma Andreu

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Los valores de una empresa familiar contienen un plus de compromiso y responsabilidad que ayudan a la continuidad generacional. Cómo se afronta el riesgo y cuáles son los retos que provoca el cambio generacional fueron algunas de las cuestiones suscitadas en el Foro Menorca Banca March de Empresa Familiar celebrado anoche en el centro de convenciones de Es Mercadal.

El propio director de Banca Prinvada de la entidad patrocinadora de la iniciativa, José Ramón Aranda, marcó la pauta al señalar que en 2011 Banca March fue elegido el mejor banco europeo, «no fue un accidente, es el fruto de una política, de una concepción familiar del negocio que durante muchos años ha mantenido la filosofía de reinventir en el negocio y no se ha dejado llevar por el corto plazo», señaló.


Los huevos y el cesto

Esa visión a largo plazo, a la continuidad generacional fue compartida por los ponentes, «a pesar del riesgo que supone poner todos los huevos en el mismo cesto», un riesgo asumido por todos ellos. «Se intenta hacer reservas, claro, y la previsión de crear una sociedad para salvar el patrimonio y si los objetivos no se logran, se cambia totalmente de objetivos», apuntó Pons-Quintana.

Sin embargo, Vilafranca señaló que en su caso esa estrategia no era posible «en una empresa que prácticamente dedica la facturación -5,5 millones de euros- a pagar impuestos» y que está basada en un producto de gran dificultad para el cambio, «romper la tradición, que es la base, crearía incertidumbre y riesgo». El empresario licorero se decantó por la necesidad de separar claramente los ámbitos familiar y empresarial «porque a medida que crece la familia crecen también las expectivas, lo que se espera conseguir no suele estar en consonancia con la capacidad de producción o la necesidad del mercado». En su opinión, por tanto, la gestión profesional es más útil y fiable para alcanzar los objetivos que persigue la empresa familiar.

Similar opinión expuso Ferran Porto, quien reduce la participación familiar al nivel de propiedad y delega el resto de toma de decisiones a profesionales, «casi todos en una media de edad de 35 años». según el relato de su proyecto empresarial.
La empresa familiar ha sido también uno de los segmentos que mejor ha sabido adaptarse al mercado, «la venta a través del comercio electrónico gana cuota de mercado, hay que estar en las redes sociales», señaló Magda Pons Quintana, «porque los valores esenciales de responsablidad y seriedad que aporta la empresa familiar y que es clave de su fortaleza en absoluto se contradicen con la modernidad de la sociedad».