Josep Pons Fraga, editor de Es Diari; Eugenio Villalonga; Arcadio Gomila y Carme Serra, presidenta de Editorial Menorca | Josep Bagur Gomila

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Editorial Menorca rindió ayer un sentido homenaje a dos colaboradores históricos del diario, Arcadi Gomila de Alaior y Eugenio Villalonga de Es Mercadal, por su entrega incondicional y su larga trayectoria informando sobre la actualidad de sus municipios.

El reconocimiento responde a una decisión del Consejo de Administración de Editorial Menorca. La entrega del faro distintivo de la empresa a Gomila y Villalonga se llevó a cabo ayer al mediodía, aprovechando el tradicional brindis de Navidad de la plantilla.

Intervino en primer lugar el editor del MENORCA, Josep Pons Fraga, quien describió el sacrificio y las dificultades que entraña el periodismo más cercano, aquel que se realiza con el contacto más directo posible con las fuentes, por lo que a veces «han recibido reproches y menosprecios». Ambos colaboradores empezaron su trayectoria como colaboradores de la sección de Deportes, para pasar a dar el salto a la información general. Pons Fraga relató las peculiaridades de un periodismo con una tecnología prácticamente inexistente, que se suplía con constancia y dedicación. «Gracias por vuestro compromiso, responsabilidad, perseverancia y ejemplo».

Arcadi Gomila recibió el faro de manos de la presidenta del Consejo de Administración, Carme Serra. Corresponsal en Alaior desde los años cincuenta, expresó su agradecimiento y afirmó que «el diario ha enriquecido mucho mi vida, me ha dado la ocasión de tratar con gente muy interesante y hacer muchos amigos». Aseguró que siempre se ha sentido bien tratado en esta casa, y destacó las figuras de Mateu Seguí y Paco Pons Capó.

Por su parte, Eugenio Villalonga alabó la figura de su compañero de Alaior tras recibir el distintivo de manos del obispo Salvador Giménez, «merece todos los agradecimientos por lo que ha hecho por su pueblo», y subrayó que en el MENORCA «siempre me han recibido con una buena cara». Confesó que su tarea como colaborador, que inició en 1965, le ha permitido «abrir un poco la puerta para ver cómo era un diario» ya que en él estaba latente una vocación de periodista que no pudo ejercer de forma profesional, aunque se quedó cerca.