Cómo el alquiler vacacional está cambiando la distribución de la oferta de alojamiento en los destinos turísticos. Es el planteamiento de la última publicación de Bel Llodra, experta en marketing, nuevas tecnologías y turismo, en el blog Urban Living Lab. La experta toma precisamente Menorca como ejemplo nacional de cómo el 'boom' del alquiler turístico entre particulares está cambiando el mapa del alojamiento, incidiendo en el modelo territorial y extendiendo la actividad turística a todo el territorio, no solo a las zonas delimitadas legalmente.
Tomando como referencia una de las mayores empresas mundiales de oferta de alquiler turístico, Airbnb, la autora analiza la distribución de las 818 viviendas que a día de hoy están a disposición de los turistas a lo largo del territorio insular y compara ese mapa con el de la distribución de la oferta reglada, mostrando como esta se concentra, casi exclusivamente, en las zonas de costa, principalmente de Ciutadella, Cala Galdana, Son Bou, la costa sureste y la zona norte de Es Mercadal, más allá de los agroturismos y turismos rurales, que sí se pueden encontrar en zonas de interior.
«Se ve claramente que hay oferta privada donde ni siquiera hay oferta oficial y la mayoría de esta oferta ha tenido demanda». Como ejemplo de esa realidad, toma el municipio de Alaior, donde sin apenas oferta reglada, proliferan las viviendas y apartamentos que se alquilan a turistas por temporadas cortas. ¿Qué repercusión tiene ese cambio de la distribución de la actividad turística sobre el territorio y sus habitantes?
3 comentarios
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Muchas gracias por la mención.
BUENOS DIAS.Yo lo que creo es que siempre ha habido alquileres de este tipo,sobre todo en cuanto a particulares se refiere,es normal que una casa vacia este con inquilinos.y en cuanto al verano los alquileres deben estar regulados por que si no podemos ofrecer cualquier cosa,y esto creo que no beneficia a nadie.
En este artículo falta reflejar el impacto que tiene el alquiler de particulares cobre el resto de la economía de la isla, más allá de la de su propio bolsillo, que no es poco. Esta es la alternativa al todo incluido: el turista que desayuna en la cafetería, que compra en el colmado, que cena en el puerto, que se compra una bolsa y una toalla para ir a la playa y que no se va de la isla sin cargar la maleta con avarcas para toda la familia. Señores políticos, les ruego que tomen nota y permitan que todos vivamos, no solo los hoteleros mallorquines