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Como muchos otros jóvenes menorquines, Marc Botella Monjo cambió la Isla por una gran ciudad cuando se fue a estudiar a Barcelona. Ahora vuelve a estar lejos del continente pero en tierras más al norte, de lloviznas, rugby y la famosa cerveza negra.

Dublín, declarada Ciudad Literaria por la UNESCO en 2010, con una historia cultural marcada por grandes autores como James Joyce y Oscar Wilde, fue su elección para pasar un periodo de prácticas y mejorar su nivel de inglés. Allí se dispone a ganar experiencia en su campo profesional, la organización y los recursos humanos, y ya ha constatado otras formas de hacer y de funcionar, otra cultura empresarial.

¿Cómo es la empresa en la que se ha incorporado?
— Es una compañía que busca y selecciona candidatos para trabajar en grandes empresas, sobre todo en Canadá, Nueva Zelanda, Australia y Reino Unido, lo cual me va muy bien para practicar diferentes acentos y formas de hablar inglés. La firma, One World Resourcing, hace de intermediaria entre las empresas y los profesionales.

¿Le ha costado adaptarse?
— Al principio sí, se trata de una empresa moderna, en la que casi no hay control sobre tus horarios ni tienes a nadie que te supervise todo el tiempo. La figura del jefe casi no existe, porque desde un primer momento te pide que le trates como a un compañero más.

¿Y cómo se organizan?
— Trabajan mucho con el autoaprendizaje y eso se agradece, porque confían en tus posibilidades y habilidades. Por ejemplo, aparte del trabajo diario de administración, cada uno de nosotros se encarga de un proyecto específico, te dan una idea u objetivo y trabajas sobre eso de la forma que crees más conveniente.
Otra diferencia que he notado es que el trabajo aquí es mucho más dinámico, y en cualquier momento, si tienes alguna duda, tienes a todo un equipo dispuesto a echarte una mano.

¿Hay más compañeros españoles en prácticas?
— No, en esta oficina (One World Resourcing tiene sedes en Dublín, Australia y Nueva Zelanda) hay más gente en prácticas, pero de otros países. Tengo una compañera italiana, otra portuguesa y el jefe que es de Sudáfrica. Lo que sí veo es que hay muchos españoles en Dublín, está lleno, pero no entre nuestros candidatos, la verdad.

¿Qué perfil busca la empresa?
— Suelen ser ingenierías y profesionales en investigación y desarrollo. Es un perfil de gente cualificada y sobre todo muy dispuesta a la movilidad, porque hay trabajos que son bastante lejos, en Australia por ejemplo. Aunque ahora también tenemos empresas que buscan candidatos y son de España y países mediterráneos.

¿Cómo consiguió el empleo y por qué en Irlanda?
— Cuando acabé la carrera pensé que era el momento de salir y mejorar mi nivel de inglés, y si además podía ganar experiencia profesional relacionada con mis estudios, mucho mejor. Me puse en contacto con una empresa especializada que ofrecía prácticas en Recursos Humanos. Había varias opciones sobre el país, pero todo dependía de qué empresa me escogiera y ésta fue la primera que me entrevistó y fue un éxito. Así que ya solo hubo que preparar el resto, una familia y una academia, y marchar a Irlanda.

¿Es esta su primera experiencia laboral?
— No, ya estaba acostumbrado a trabajar, todos los veranos en Menorca, en la empresa familiar, he hecho tanto de expendedor de gasolina como trabajos de contabilidad.

¿Y cómo lleva lo de vivir en una familia y adaptarse a sus costumbres?
— Bien, lo hice porque me lo recomendaron como la mejor manera de aprender el idioma. Es una familia de padre, madre y dos hijos, un adolescente y otro de ocho años y la verdad es que me ayuda mucho a conocer el idioma. Con el padre hablo de rugby, con la madre de cocina, algo que me gusta, y con los chicos practico mucho. Además, confían en mí, ahora pronto se irán una semana de vacaciones, precisamente a España, a Málaga, y aquí me dejan, en su casa.
La verdad es que creo que ya estoy muy adaptado a la ciudad y a sus costumbres. Ir a clase, además del trabajo, también ayuda a salir y conocer más gente.

¿Qué le llamó la atención al llegar a Dublín?
— Tuve suerte, porque a la segunda semana de estar aquí se celebró Saint Patrick, la fiesta nacional, y el ambiente que hay en Dublín durante ese fin de semana es impresionante. Lo que he notado desde que llegué es que la gente está muy dispuesta a ayudarte, tanto los irlandesdes como los de fuera, tal vez porque ya han vivido la misma situación que yo. En general la gente aquí es atenta cuando les preguntas algo.

Luego, lo que destacaría es que el sentimiento irlandés es muy fuerte y cala mucho entre la población, tal vez por la proximidad de su independencia como país, y se puede palpar en la calle, con la eterna disputa entre Irlanda e Inglaterra por ejemplo en los partidos del Torneo de la Seis Naciones de Rugby. ¡Lo viven más intenso que los españoles con el fútbol!

(La Constitución que consagra la República de Irlanda 'Eire' como Estado libre e independiente data del año 1937).

Comentaba que hay mucha emigración española. ¿En busca de un empleo?
— Algunos sí, buscando un trabajo por la situación de crisis que vive España, pero otros también están buscando una alternativa al camino directo a la universidad.... En cuanto a la crisis, no somos los únicos. Te encuentras también con muchísimos italianos, que tienen problemas parecidos a los españoles en cuanto a falta de oportunidades laborales.

Irlanda también fue muy golpeada por la crisis, necesitó del rescate financiero y sufrió severos recortes. ¿Cómo percibe la situación ahora?
— Se puede ver, y también así me lo han contado irlandeses, que la economía ya está remontando y, a diferencia de España, la gente de a pie, la de la calle, ya empieza a notar esa mejoría. Es lo que comentan aquí, que se va notando no solo en las cifras macro sino también en el consumo.

¿Es Dublín una ciudad amable, agradable para vivir?
— Sí, además estoy en una zona muy tranquila, bien conectada, a veinte minutos del centro, en Leopardstown. Puede que a lo que más me haya costado acostumbrarme sean los horarios de las comidas, pero ahora ya lo llevo mucho mejor.

¿Está la gastronomía en su lista de las cosas que añora?
— Me gusta comer bien (ríe), y he tenido que espabilarme, he tenido buenas maestras con mi madre y con mi abuela. La comida de Menorca se añora muchísimo, sobre todo cuando mi hermano y mi padre me envían fotos de los platos cocinados por mi madre y mi abuela... Echo mucho de menos a mi familia, sobre todo en fechas tan señaladas para nosotros como la Semana Santa.

¿Qué hace estos días tan especiales en su calendario personal?
— Pocas veces he dejado de celebrar en Menorca la Semana Santa y de salir en procesión con la Cofradía del Santo Sepulcro, a la que pertenezco. Creo que solo en una ocasión, cuando estaba en un torneo de baloncesto con La Salle; es mi gran afición.

Para mí, no estar ahora allí es equiparable a lo que significa para mucha gente no pasar la Navidad en casa. La verdad es que aquí, a pesar de que es un país muy católico, de momento no veo que se celebre la Semana Santa de la misma forma que en España, hay mucha más diversidad.... Sinceramente, no sé cómo funciona.

¿Piensa en regresar y establecerse en la Isla?
— Nunca se sabe qué pasará en el futuro ni dónde surgirán las oportunidades, pero por supuesto que pienso en regresar a España y si puede ser a Menorca. Por mi cabeza pasa la idea de seguir descubriendo sitios y culturas, a la vez que ir formándome, y mi preferencia ahora sería Italia, pero siempre con el objetivo de volver. Y si surgiera la posibilidad de trabajar en Menorca no la rechazaría.