Organismo clave. La presencia de la presidenta de ICOMOS en el Foro tiene una gran relevancia - MªMVi

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Perfil. Desde 1976, María Rosa Suárez-Inclán dedica su vida profesional al estudio y defensa del patrimonio cultural en el ámbito nacional e internacional, a través de la Administración pública y de diversas entidades no gubernamentales. Dentro de ICOMOS, es actualmente Presidenta del Comité Español pero también lo ha sido del Comité Científico Internacional de Itinerarios Culturales y miembro del Comité Ejecutivo internacional.

Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, se especializó posteriormente en derecho internacional y relaciones internacionales en otros centros europeos y americanos como la Escuela de Funcionarios Internacionales de Madrid, la Mc Gill University de Montreal o el Seminario Americano de estudios superiores de Salzburgo.

ICOMOS es un organismo que se encarga de asesorar a la UNESCO en materia de Patrimonio Mundial de la Humanidad. Fundado en 1965, en Varsovia, tras la elaboración de la Carta Internacional sobre la Conservación y Restauración de los Monumentos y los Sitios Histórico-Artísticos, conocida como la Carta de Venecia, ICOMOS es la única organización internacional no gubernamental que tiene este cometido Su papel también es clave a la hora de elaborar los expedientes que se han de presentar a la UNESCO y de hecho, el Consell Insular de Menorca ya cuenta con su colaboración.

¿Qué es ICOMOS?
El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, a cuyas siglas en inglés responde la acuñación de su nombre, es una organización internacional no gubernamental, integrada por especialistas de todo el mundo y dedicada a la defensa y conservación del patrimonio cultural como base de la identificación de la historia y, por tanto, de la identidad de todos los pueblos.

¿Cuál es su trabajo?
ICOMOS elabora doctrina, fomenta el aprecio del patrimonio, pone énfasis en su valor para los seres humanos, analiza sus riesgos y establece métodos para su adecuado tratamiento. Actúa también como organismo asesor de la UNESCO en materia de Patrimonio Mundial de la Humanidad.

¿Qué representa ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO?
Es una distinción del máximo grado que, a su vez, supone adquirir una responsabilidad equivalente respecto a los monumentos y los sitios que la obtienen. Es decir, una exigencia que recae tanto en los encargados de su custodia y gestión como en la sociedad en la que se asientan dichos bienes ya que, al integrarse en esa categoría, son reconocidos como patrimonio valioso de todo el género humano que tiene derecho a interesarse y a contribuir a su salvaguarda y a su adecuada conservación.

¿Qué posibilidades tiene la Menorca talayótica de poderlo conseguir?
Desde el punto de vista del Comité Español de ICOMOS, los vestigios de la cultura talayótica de Menorca merecen optar a su reconocimiento como Patrimonio Mundial, dado su extraordinario valor intrínseco. Así lo hemos preconizado desde hace varias décadas y nos congratulamos porque, felizmente, las autoridades responsables han tomado esta iniciativa contando, además, con el beneplácito de los sectores culturales y de los habitantes de la isla.

¿En qué consiste hacer un buen expediente?
Es preciso seguir, con mucho rigor, las Directrices Practicas para la correcta aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO y comprometerse seriamente a seguir sus pautas. Se necesita una buena asesoría técnica, con conocimiento y experiencia en el proceso de elaboración y de presentación de expedientes, un trabajo de equipo serio y riguroso por parte de especialistas conocedores del bien cultural que se propone y sus circunstancias, el apoyo y compromiso de las instancias administrativas implicadas, una cobertura legal que asegure la protección y conservación del bien, y un buen plan de gestión.

Por supuesto, es también preciso demostrar el valor universal del bien propuesto, así como su autenticidad e integridad y hacer un análisis comparativo con otros bienes de similar género o características en otros lugares del mundo.

¿Qué convierte un monumento en visitable?
El hecho de que, sin merma de los valores que lo acreditan como tal monumento, pueda ofrecerse a la contemplación de las personas, regulando para ello las condiciones de acceso y permanencia que nunca han de sobrepasar la capacidad de admisión idónea para garantizar el buen uso y disfrute del bien en cuestión.

¿Cómo se puede implicar la sociedad civil en la candidatura?
Dándoles a conocer el valor del bien cultural de que se trata e informándoles de la importancia, las ventajas y las obligaciones que se derivarían de su inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

¿Qué puede representar para un territorio este nombramiento?
Ante todo, un honor universal mediante el reconocimiento de su valor. Menorca es ya un lugar de gran atractivo pero dicho reconocimiento resaltaría su atractivo a escala mundial. Como es obvio, el turismo cultural cobraría un papel relevante pero no hay que ignorar que también generaría la necesidad de crear nuevos planes y medidas para su correcta gestión que evitaran los daños derivados de las visitas masivas y otros efectos contraproducentes que pueden ahuyentar el turismo de calidad, el ambiente característico y la tradicional atmósfera de paz que tan atractivos resultan frente a la masificación y la uniforme monotonía de los enclaves vacacionales mediterráneos.

¿El trabajo acabará con la consecución del reconocimiento?
No, naturalmente si se consigue el reconocimiento se habrá puesto el primer peldaño. Luego, habrá que adaptar la situación a las pautas marcadas por las citadas Directrices de la UNESCO, poner en práctica, profundizar y avanzar en las medidas tendentes a su adecuada protección y conservación, a su correcto uso y a su óptima gestión

¿Qué características tiene el turismo cultural?
Puede ser un factor positivo como fuente de riqueza que ayude al progreso, sobre todo económico. Aunque es justo recordar que, como todos sabemos, requiere de una planificación y una gestión muy rigurosa para evitar que, a partir de un punto, las ventajas de tipo económico que pueda generar, inclinen la balanza hacia una transformación negativa que llegue a desvirtuar los valores paisajísticos y ambientales de la isla que, no lo olvidemos, constituyen su mayor atractivo turístico.