Pasadas las ocho de la tarde de ayer y con total normalidad, dos turistas catalanas se subieron al ascensor panorámico que ya conecta el puerto de Maó con el Passeig Marítimo. Su naturalidad, la simpleza de su objetivo (subir) contrastaba con el boato con el que realizó la misma operación, unos treinta minutos antes, un grupo de autoridades liderado por la alcaldesa Águeda Reynés. La diferencia es clara. Las primeras desconocían seguramente la novedad, la trascendencia y los larguísimos antecedentes de un proyecto que acababa de ser inaugurado, con tanta satisfacción como alivio por los segundos, que dentro de la máquina tenían la sensación de estar viviendo un hecho histórico.
Y es que como dijo el arquitecto Nicolás Faedo en su parlamento, cuanta más larga la espera, más hermosa es la alegría. Las referencias al tortuoso camino de construcción del ascensor panorámico fueron constantes en el acto inaugural, así como los deseos de que todos los comentarios negativos que por ello ha generado se tornen alabanzas en cuanto se comprueben los beneficios que reporta.
El propio Faedo habló de un embrujo neutralizado, un maleficio que según su original teoría acabó cuando en uno de los laterales del solar se pintó un ornamental gato negro mirando hacia al acantilado. "Espero que las críticas reviertan con el uso del ascensor". El de Faedo fue uno de los cinco breves parlamentos de un acto inaugural sencillo pero solemne, con el pleno municipal casi al completo, representantes empresariales, muchos de los participantes en la obra, y políticos insulares, más algunos curiosos.
Abrió el fuego Javier García de los Reyes, director general de Comar, empresa promotora del ascensor en virtud del convenio que se firmó en 1999 como parte de la concesión del Casino Marítimo. Vertió numerosos agradecimientos, aunque no ocultó la larga espera, las vicisitudes y los sinsabores vividos. "Es un hito importante".
Faedo redundó en los agradecimientos, y brindó algunas pinceladas de la filosofía de un proyecto que combina la pausa de una escalera de cinco tramos con la velocidad de la conexión mecánica, el estímulo frontal del mar que inspira ligereza con los estímulos laterales, más pesados y que repelen la mirada. Su compañero, el arquitecto técnico Josep Maria Michelena fue más prosaico al describir las características de una obra para la que se han utilizado materiales adecuados al entorno y al proyecto.
Con la voluntad de dar a la novedad un alcance insular, se cedió la palabra al presidente del Consell, Santiago Tadeo, quien señaló la importancia de revitalizar el puerto, como parte relevante de la economía insular. Cerró el acto la alcaldesa, quien tampoco ocultó la larga espera. Expresó su esperanza de que el ascensor "genere una relación más horizontal entre el casco urbano y el puerto, la mitigación de un obstáculo orográfico a través de una conexión cómoda, atractiva y accesible". Reynés vaticinó que el elevador se convertirá en "el acceso más utilizado para bajar al puerto" y manifestó su deseo de que "sea la primera de nuevas conexiones mecánicas entre el muelle y el casco urbano".
"Hemos roto la barrera", sentenció para acabar con una nueva lista de agradecimientos.
Contra el incivismo
Reynés no eludió una de las grandes preocupaciones que existe entorno a la inauguración del ascensor: el incivismo, las gamberradas, en un espacio muy propicio para ellas. Para evitarlas el ascensor cuenta con dos cámaras de seguridad y se estudia la posibilidad de adoptar otras medidas complementarias en los accesos.
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