Rivera. Este colombiano apoyó a Fokor Uddin y a Hafid Lamkadem en el acto de presión del jueves en la Plaza Explanada de Maó - Gemma Andreu

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La actual crisis está agravando el problema de la vivienda en España. A la herencia del anterior ciclo de la burbuja inmobiliaria se le añade en la actualidad el drama social de los desahucios, impulsados por la insolvencia creciente que genera el desempleo de masas y larga duración entre los hogares hipotecados.

Menorca se ha sublevado en contra de estas situaciones personales que padecen muchas familias residentes en la Isla. En muchos casos, la presión ciudadana no llega a obtener los frutos esperados y la ejecución hipotecaria aparece dejando a toda una familia en la calle.

Pero el miércoles ocurrió algo insólito en la Isla. Se firmó ante notario, si no el primero, uno de los primeros alquileres sociales. La Plataforma d'Afectats per la Hipoteca señala que en la notaría donde se rubricó el documento, no había precedentes.

Roger Andrés Rivera es un colombiano que llegó a la Isla con el boom inmobiliario y financiero. Hace una docena de años que este joven inmigrante recaló en Menorca. El sector de la construcción iba viento en popa y, por tanto, el trabajo, parecía en aquel momento, estaba asegurado.

Como para muchos otros ciudadanos, comprar una casa y poder echar en ella los cimientos de una familia, era una de las grandes ilusiones de este colombiano. Y fue entre 2005 y 2006 que Rivera decidió hipotecarse para contar con casa propia. 170.000 euros fue la cuantía que concertó con la entidad bancaria para poder hacer frente a la compra de su casa. "Había trabajo y nadie sospechaba que fuéramos a quedar en la calle".

Las mensualidades eran variables. Rivera señala que aunque empezó con el pago de 750 euros, llegó a hacer frente a cuotas de hasta 1.150 euros. El promedio que estima Rivera oscila en torno a los 800 euros.

Rivera rubricó ante notario una ilusión que hace un año se convirtió en su principal pesadilla. Y es que la crisis de la construcción azotó de llenó a la familia Rivera dejando al patriarca sin nómina ni esperanza. No obstante, el período que estuvo trabajando le permitió percibir la prestación por desempleo.

"Con la cuantía que recibía pude mantener el pago de las mensualidades", hasta el pasado mes de noviembre cuando, según revela, con una entrada de 426 euros en concepto de subsidio al haber agotado la prestación por desempleo, "era la casa o la alimentación de mi familia". Rivera tiene mujer y tres hijos de 14, 12 y 6 años.

Esta situación "desesperante" en la que se vio inmerso Roger Andrés Rivera y su voluntad de no contraer una deuda con la sucursal bancaria, le llevó a actuar. "Me dirigí a la oficina, expliqué mi situación y les ofrecí las llaves de mi piso, yo ya no podía pagar".

La entidad estuvo predispuesta a aceptar la dación en pago y por consiguiente, también el alquiler social para la familia de Rivera. El miércoles se produjo la aceptación ante notario.

Roger Andrés Rivera firmó un contrato de alquiler por un período de cinco años. Los dos primeros afrontará el pago de 250 euros mensuales y los tres siguientes, la cuota ascenderá a los 335 euros.

La sensación de este colombiano es agridulce. Por un lado, está satisfecho de no llevar a cuestas una deuda que arrastraría de por vida pero, por otro, ha visto evaporarse su gran proyecto de contar con un techo propio "al que ya le habíamos cogido un gran cariño", concluye.