Notario, profesor de Derecho Civil y directivo del Cercle d'Economia de Barcelona, Juan José López Burniol tiene además otra faceta mediática, por su participación en los coloquios de TV3 y su colaboración como columnista en el periódico "La Vanguardia". Invitado por el Cercle d'Economia de Menorca al primer almuerzo de los socios de la entidad, celebrado ayer en Maó, en esta entrevista analiza la actualidad, marcada por la recesión y la incertidumbre sobre el futuro.
¿Se une a la teoría de la doble crisis, la económica y la de valores?
No me gusta la expresión crisis de valores. Lo que existe en estos momentos es una crisis social y de confianza, porque en el fondo estamos ante un cambio de época. Cuando pase la crisis las cosas no volverán a ser como eran, y ante este vacío la gente está profundamente desorientada. Esto provoca una atonía total, de consumo, de iniciativa, de crédito, de capacidad de riesgo, y exige algo más que la espera pasiva a que acabe la crisis, hace falta que alguien asuma el liderazgo político y social y diga cuáles son los proyectos colectivos que hay que acometer. Pero partimos con unos recursos que para sí hubieran querido nuestros padres y abuelos, hay mucha cobardía colectiva con eso de la crisis.
¿Quién debe asumir el liderazgo?
Los políticos tienen que asumir su cuota de liderazgo, los intelectuales tienen que generar ideas, porque al final son las ideas las que mueven a los pueblos, y los medios de comunicación deben recuperar su función, que es informar, sin caer en la tentación de ser enganches de los partidos, haciendo de voceros de los enfrentamientos políticos.
Pero la información cada vez se democratiza más, las redes sociales juegan ese papel.
Se produce un doble fenómeno, la difusión de la información, todo se difunde, pero el poder cada vez se concentra más, y está en menos manos. Todos tenemos la tentación, y los medios de comunicación también, de convertirnos en siervos de este único poder, que en gran medida, es el poder económico, y dentro de éste, el poder financiero.
Ha acuñado el término 'crisis de los blancos'. ¿A qué se refiere?
A que la crisis no es mundial. En 2012 se duchará más gente, comerá caliente más gente y podrá ir a la escuela o al hospital más gente. Los países emergentes están creciendo. Los blancos, que llevan 500 años explotando colonialmente el mundo, han terminado su hegemonía, la explotación por parte de Estados Unidos y Europa se ha acabado. Nunca más las materias primas, la energía y los alimentos volverán a tener los precios que tenían. Se ha terminado nuestra situación de privilegio. Cuando termine la crisis las cosas serán distintas. ¿Serán un infierno? No, pero tendremos que pasar por las horcas caudinas de trabajar más, arriesgar más, y tenerlo menos fácil de lo que lo hemos tenido.
¿Cuál será la alternativa, el relevo en el poder internacional?
El escenario va a ser global, tendrá que haber un orden jurídico, del que emanarán normas y se encarnará en instituciones, y mientras no se articulen unas instituciones globales es muy posible que haya dos grandes bloques: democracias y autocracias. Será una situación semejante a la que había con la Guerra Fría, con dos bloques que más o menos se equilibran.
Se repite mucho eso de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. ¿Usted señalaría a los culpables de esta crisis?
No, no, no, yo jamás he dicho eso, me parece un absurdo. La culpa de lo que pasa la tienen, fundamentalmente, las clases dirigentes, que son las que marcan la pauta. En España una de las causas ha sido un endeudamiento exterior excesivo, privado, no público, de bancos, cajas y empresas, y luego un crecimiento basado en exceso en la construcción. En cuanto a la crisis mundial, la causa ha sido la desregulación sistemática de la actividad económica desde finales de 1970 y principios de 1980. En Estados Unidos desde 1929 se distinguía entre banca comercial e industrial, la que tiene los ahorros y la que invierte. Cuando se elimina esa distinción, que pasa, que la banca juega con dinero que no es suyo, y el resultado ya ve usted cual ha sido. La gente..., La gente no, la desregulación, ese es un mal gravísimo.
¿Qué opina usted de los recortes y de la reforma laboral?
Se tienen que hacer, pero no solamente por un lado. Reforma laboral sí, reforma fiscal y del sistema financiero también. Los costes de la crisis no se pueden cargar solo en las espaldas de la clase trabajadora, tienen que repartirse equitativamente.
La gente ha salido a la calle con movimientos como el 15-M o contra los desahucios. ¿Qué le parece?
Es inevitable. Yo divido la sociedad en 'instalados' -en estructuras públicas y privadas-, y en 'no instalados'. Hay un grupo muy importante de ciudadanos que se está quedando fuera del sistema, y lo más grave es que es la clase media, y si la clase media empieza a estar mal, todo el sistema se resiente.
¿Habrá que renunciar al Estado de bienestar?
En absoluto, pero tiene problemas de gestión y articulación. Lo que es esencial tiene que estar protegido y es irreversible. En política sólo hay una cosa que es esencial, que es asegurar la igualdad de oportunidades y las cosas fundamentales de la vida, que son la salud y la enseñanza, todo lo demás me importa un pito.
¿No hay un excesivo sometimiento a los dictados europeos?
Desde el momento en que se admite una moneda única antes o después se debe admitir una política económica, fiscal y presupuestaria también articulada, la moneda única no puede subsistir por sí sola. Cuando uno se casa tiene que casarse con todas las consecuencias. Las dificultares serán enormes, pero es irreversible. Europa terminará siendo algo semejante a una federación o no será, y si no es, entonces nos diluiremos. Europa tendrá un sitio en el mundo, España no, Francia no y Alemania tampoco.
Ya que habla de matrimonio, ¿qué le parece la propuesta de celebrar bodas en las notarías?
Los políticos a veces dicen cosas que producen cierta agitación y luego los hechos son irrelevantes. Las bodas me dan igual, es una cosa folclórica; en cuanto a los divorcios, cuando hay hijos por medio y hay que proteger derechos de terceros, lo tiene que hacer el juez. Pero si se trata de dos personas que son mayores de edad, por supuesto que lo puede hacer el notario, no tienen que ir a dar la lata al juez. Desde el punto de vista de nuestros ingresos es irrelevante. Yo creo que Ruiz Gallardón, como buen político, tiene un gran sentido del espectáculo.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.