José M. López Barro ("Ferrol") - L.B.

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Autoficha
Nací en Coruña en 1943. Llegué a la Isla en 1967 con una brigada de albañiles para construir Los Delfines. Aquí conocí a mi mujer, Antonia, que es de Ciutadella y nos casamos en 1970. Tenemos dos hijos Susana y Carlos, y tres nietos. Desde 1986 residimos en Australia. El golf es mi principal afición y visitar la Isla, que llevo en el alma. Hemos pasado las Navidades en Ciutadella.

Usted quiere dejar testimonio de una experiencia que califica de "única". ¿Por dónde empezamos?

Se trata del descubrimiento de una cueva subterránea en Cala Blanca que protagonizamos Juan Serra y yo el 20 de mayo de 1968. Juan era el dueño de la finca donde se ubica la cueva y para quién yo estaba realizando trabajos de albañil.

¿Cómo ocurrió el descubrimiento?

Había un perforador que construía un pozo en la casa, ubicada en el Passatge des Murters, cuando el suelo cedió. Pidió auxilio y se quedó enganchado en las laderas del pozo, hasta que, muerto de miedo, subió hacia arriba. Fue cuando Juan Serra y yo bajamos para ver que había, con una vela.

Al estar abajo, ¿qué vieron?

Algo nunca visto. Hermoso. Las estalagmitas y estalactitas empezaron a brillar con la tenue luz de la vela. Un mundo diferente e inesperado. Lo primero que vimos fue un lago. La cueva se iba cerrando. Tenía la forma de un balón de rugby desinflado, con unos 80 metros de longitud. La cavidad se encontraba a 13 metros de profundidad.

Una vez hecho el descubrimiento, ¿qué sucedió?

Decidimos hacer una nueva exploración el mismo día por la tarde. Fue cuando lamentablemente ocurrió una tragedia...

Explíquenos...

Bajamos con un cable eléctrico para tener luz en el fondo de la cueva. Juan Serra estaba todo ilusionado y emocionado por descubrir esa maravilla en el jardín de su casa. Se metió en el Lago Azul (el nombre que le pusimos) y sujetando una bombilla en la mano. De repente se apagó la luz y escuché como caía al agua. Le dije "no toques la bombilla". Sufrió una electrocución. Fue terrible. Lo rescaté, lo subí a la superficie y lo intenté reanimar. Fue inútil. Poco después, el doctor López certificó la muerte por electrocución.

¿Volvió a bajar nunca más después del suceso?

La compañera de Juan decidió cerrar la cueva y así se ha quedado para siempre. Creo que soy el único que ha visto esta cueva y que sabe como es y lo que hay dentro.

Una historia espeluznante. ¿Hay constancia de la cueva que descubrieron?

Nuestra cueva está a unos 100 metros como máximo de las conocidas Coves de Parella. Nadie nunca me ha preguntado nada y el descubrimiento no despertó interés en su momento. Por eso quiero explicarlo, para que quede constancia.

¿Qué opina del proyecto que prevé abrir las Coves de Parella como atractivo turístico y cultural?

Me parece una idea excelente, en otros lugares las cuevas son rentables, aquí también lo podrían ser. Sería una oportunidad para que la gente viera la maravilla que se esconde allá abajo.

¿Volvería a visitar "su cueva"?

No sé si podré porque el acceso está en una propiedad privada. Animo a que se investigue, que se recuerde a Juan Serra y la hazaña que protagonizamos. Me gustaría que en el fondo del Lago Azul se pusiera alguna placa para recordar a este hombre.