QUESERÍA MENORQUINA. La planta de Maó lleva un año y medio en manos de Nueva Rumasa - Gemma Andreu

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La colmena de Nueva Rumasa anda removida. Entre las noticias y los rumores, un ambiente de incertidumbre se ha instalado sobre el grupo empresarial de José María Ruíz-Mateos, y la fábrica de su propiedad en Maó no es ajena a esta realidad. En Quesería Menorquina, trabajadores y proveedores permanecen a la espera de acontecimientos.
Este periódico ya informó el pasado mes de las dudas que se habían instalado en algunos payeses que venden leche a Nueva Rumasa. Denunciaban que se les pagaba con retraso, unos 90 días, pero la principal preocupación a día de hoy es la forma de pago. El holding empresarial ha adoptado los pagarés como vía para abonar a los productores su aportación. Pagarés que despiertan el recelo entre algunos payeses, que no saben quién avala estos documentos, y que además se ven bombardeados a nivel nacional con noticias sobre operaciones de Nueva Rumasa para ganar liquidez y poder hacer frente a sus obligaciones con los proveedores.

En este sentido, la última solución ideada por la familia Ruiz-Mateos es la venta de una parte de una de las empresas del grupo, Clesa. Una cuarta parte de este negocio será puesto a la venta, según informan varios medios de comunicación nacionales. Con esta operación, que se canalizará a través de una ampliación de capital, se inyectarán en la empresa 13,2 millones de euros, que contribuirán a saldar la deuda de Clesa, calculada en más de 100 millones de euros. Algo similar ha pasado con otra marca emblemática del imperio de los Ruiz-Mateos, Cacaolat. En la empresa que fabrica uno de los batidos de cacao más populares del país ha entrado recientemente un nuevo socio, el catalán Manuel Esteve, lo que ha supuesto nueve millones de euros para el holding de la abeja.

Estas informaciones llegan a Menorca y siembran incertidumbre, si bien en Quesería Menorquina se guarda silencio. La delicada situación de algunas de las empresas del grupo no tiene que comportar necesariamente que todas las marcas de la colmena de Ruiz-Mateos estén igual. De hecho, en Menorca aún se recuerdan las palabras que pronunciaron los responsables de Nueva Rumasa al adquirir la planta de Maó, en junio de 2009. El compromiso era el de mantener todos los puestos de trabajo, y seguir colaborando con el campo menorquín.

Desde entonces ha pasado año y medio, con algunas noticias de por medio que han desvanecido algo estas palabras. Nueva Rumasa bajó el precio que paga a los payeses menorquines por su producción láctea. Se comprometió a comprar más cantidad, pero a un menor precio.

Las 17 fincas que a día de hoy dependen de Nueva Rumasa vieron cómo su cliente les apretaba las tuercas, si bien echando un vistazo al panorama general, comprendieron que la situación no era mucho mejor en los otros lados. Hace unas semanas, fuentes del sector explicaban a este periódico que no podían acudir a Coinga porque la cooperativa insular no podía absorber más producción, y tampoco los curadores artesanos de queso estaban por la labor de incrementar su stock.

Mientras esto pasaba en el campo, en la fábrica se mantiene el hermetismo. Nueva Rumasa se comprometió a mantener los puestos de empleo, y su aparición en Menorca fue clave para mantener la fábrica y los empleos. Este año, no obstante, las nóminas han llegado con retraso en algunos meses, y a día de hoy la situación no es perfecta.