EL TESORO. La búsqueda de las setas se debe combinar con el respeto al entorno y a la propiedad privada - Archivo

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Este largo fin de semana para algunos, los bosques de Menorca se han llenado de buscadores de setas. Aficionados unos, más expertos los otros, la búsqueda de los preciados 'esclata-sangs' ha sacado a la gente de sus casas a pesar de la lluvia. Cada vez son más los que se dejan seducir por los encantos del bosque y la intriga de si ese día los 'rotlos' secretos habrán dado fruto o no. A la vez que se extiende la costumbre de buscar setas, algunos sectores advierten de que la masificación en los bosques puede comportar ciertos riesgos, y apuntan a la posibilidad de que se regule la práctica de la recogida de setas.

La idea no es nueva. En otros puntos de España ya se aplica. Es el caso de Castilla y León. Allí, desde 1999, un decreto regula las prácticas de los buscadores de setas. Por un lado, establece unas normas generales de aplicación en todo el territorio autonómico, y en los montes públicos de la comunidad aplica una ordenanza más estricta cuya principal característica es el tener que pagar para poder recolectar setas en la zona. En Menorca, una ordenanza de este calibre parece inaplicable, y es más, incluso innecesaria. Así lo consideran desde la entidad ecologista GOB y también fuentes administrativas. No obstante, algunos propietarios de zonas forestales critican que, en algunas ocasiones, la gente que entra en sus propiedades no las respeta como debería e incluso causa daños.

El debate está servido entonces entre quienes defienden el uso social y tradicional del bosque, y quienes apelan a la propiedad privada. Estos últimos admiten que aplicar una ordenanza que regule la recogida de setas es algo tremendamente complicado, puesto que una cosa es la teoría y otra diferente la práctica. Se pueden establecer todo tipo de limitaciones, obligaciones y deberes, explican, pero si luego no hay un control de estas medidas, de nada sirven. Y en este caso, controlar estas limitaciones implica vigilancia, y a su vez, esto conlleva un gasto.

Por su parte, quienes defienden el libre acceso a los bosques apuntan a que esta costumbre está muy arraigada en Menorca, y que de hecho, es en buena parte la responsable de que la Isla disfrute del paisaje actual. El sentido común ha sido el garante de la integridad del territorio, y el respeto hacia el entorno y hacia la propiedad que se visita no ha generado conflictos, apuntan.

Desde el GOB, Cristòfol Mascaró entiende que "es positivo que la gente salga al bosque, siempre que lo haga con respeto hacia el medio ambiente y también hacia los propietarios y los payeses de las fincas que se visitan". Tanto es así que en las excursiones micológicas que organizan anualmente, se insiste mucho en esta cuestión. En su día, también, el Consell editó una guía de buenas prácticas a la hora de interaccionar con los bosques. Costumbres sencillas y básicas que, para una parte de la sociedad, serían suficientes para no tener que entrar a regular una práctica tan menorquina como la de ir a buscar 'esclata-sangs'.

Setas al por mayor

Una de las grandes diferencias entre Menorca y las zonas donde se ha regulado la recolección de setas es la naturaleza de los buscadores. Aquí no hay gente profesional ni que viva exclusivamente de ello. En cambio, en las grandes extensiones de Castilla y León, por ejemplo, sí hay personas que hacen suculentos negocios con los recursos micológicos. Este extremo sustenta la tesis de quienes no creen necesaria una regulación en Menorca. Si se diera el caso de buscadores de grandes cantidades de setas, el GOB apunta a que entonces sí se debería intervenir. También así lo consideran desde la conselleria de Medi Ambient del Govern, recordando que no hay una normativa que actualmente regule la recogida de setas, pero que sí se podría hacer algo en caso de un uso lucrativo de esta práctica.

¿De quién son las setas?

La ordenanza que se aplica en algunos puntos de Castilla y León ha puesto sobre la mesa una cuestión que hasta ahora no parecía discutirse, pero que en esa tierra ha abierto un apasionado debate. ¿De quién son las setas? José Antonio Vega, uno de los responsables en Castilla y León del proyecto MyasRC (Micología y Calidad, Recursos Micológicos y Desarrollo Rural) asegura que algunos juristas apuntan a que las setas son propiedad de los titulares de los terrenos en que crece. Es decir, las setas son de los propietarios de los bosques.

Otros juristas, sin embargo, no lo ven tan claro. Vega se basa en esta primera hipótesis para defender la aplicación de una ordenanza que regule la recolección de las setas y, sobre todo, el aprovechamiento que de estos recursos se pueda hacer. Así, tratándose de montes públicos, si se aplica ese principio jurídico, resulta que las setas son de las administraciones públicas, y por lo tanto, éstas podrían hacer pagar para su obtención, como si un ciudadano accediera a otro servicio cualquiera.

En Menorca, la búsqueda de los 'esclata-sangs' se encuentra lejos de la aplicación de cualquier normativa. Mientras, en Castilla y León se está estudiando la posibilidad de aplicar también en los montes privados la normativa que se aplica en las zonas públicas. El dinero que se recauda, explican, se destina a la reforestación de montes y a la conservación del medio ambiente. En Catalunya, se oyen también algunas voces que apuestan por una regulación de la práctica, y en Teruel ya se está preparando una ordenanza. Algo se mueve.