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Ayer fue, más que nunca, una fiesta dedicada a los niños saharauis que vienen a Menorca a pasar el verano. Así es como lo explica Magda Cardona, ex presidenta y actual miembro de la Associació d'Amics del Poble Sahrauí, "otros años organizábamos juegos y alguna actuación musical enfocada a los mayores, pero esta vez hemos querido centrar el programa en los verdaderos protagonistas, que son los pequeños". Además de un taller de dibujo y sesiones de cuentacuentos, los niños pudieron disfrutar de los juegos de la animadora Natalia, con quien se lo pasaron en grande. Posteriormente, fueron ellos mismos quienes ofrecieron una actuación cantando canciones populares de su tierra, que suelen ser muy patriotas y reivindicativas. "Es una fiesta en homenaje a ellos con una parte de reivindicación dada la situación que está viviendo su sociedad, con el país ocupado y forzados a vivir en zonas con unas condiciones extremas", asegura Cardona.

NIÑOS CON DISCAPACIDAD

Este verano, el grupo llegado desde el Sáhara está formado por 18 pequeños con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años. La ex presidenta explica que esta vez cuentan con 5 niños con discapacidad física o psíquica que superan los 12 años. "La idea es alejarlos de la situación que están viviendo en aquellas tierras. Una vez que los niños llegan a Menorca, se les hace un seguimiento de salud y de alimentación. Muchos de ellos son tratados y todos cogen unos kilos cuando vuelven a los campamentos". Cardona afirma que los pequeños no quieren quedarse en la Isla ya que siempre desean volver a ver a sus familias tras dos meses aquí, "es un tópico lo de que la vuelta a su país es traumático para ellos. Están deseando contárselo todo a sus padres y hermanos".

El proyecto "Vacaciones en paz" está financiado por diferentes administraciones encabezadas por el Govern balear y se lleva organizando desde 1987. "Toda aquella persona que quiera colaborar y acoger a un niño en su casa debe seguir el programa que marcamos desde la Asociación. Es muy fácil y muy enriquecedor", concluye Magda Cardona.