Guarda con esmero numerosas fotografías de sus años en la Estación Naval, así como un pequeño dietario - Javier

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Una furgoneta DKW esperaba diariamente a las 9 horas a María Fernández Ferré (Maó, 1926) frente a la tienda de fotografía Sturla para llevarla hasta la Estación Naval de Maó, donde durante 29 años ejerció como maestra en la pequeña escuela a la que asistían los hijos de las familias que residían en la Base. "Una de las condiciones que puse al entrar a trabajar allí fue que me vinieran a buscar a casa en coche porque en barco me mareaba", explica Fernández, más conocida por sus alumnos como 'La Seño'.

Anteriormente, trabajó durante cinco años como operadora en Telefónica (por entonces ubicada en S'Arravaleta) hasta que la implantación del teléfono automático motivó que la empresa despidiera a la mayoría de sus empleadas. "Recuerdo que me tocó trabajar durante tres años el día de Navidad", comenta Fernández.

El 8 de enero de 1962 fue su primer día de trabajo en la Estación Naval, donde se habilitó una pequeña sala en la residencia de oficiales para impartir las clases. No obstante, el lugar escogido para situar el aula no fue del agrado de los residentes, a los que molestaba el ruido. "No podían dormir y se metieron conmigo de una manera tan desagradable que decidí escribirle una carta al segundo jefe de la Base, Carlos Corral, avisando de que o cambiaban el aula de sitio o yo cesaba". Así fue como, pocas semanas después de iniciar las clases, Fernández abandonó momentáneamente la "escuelita", como la llamaban familiarmente.

Algunos días más tarde, una de las madres de los niños a los que había dado clase la animó para que volviera y 'La Seño' no lo dudó. Volvió a la Estación Naval y allí se quedó hasta que se jubiló, en el año 1991. "Yo nunca tuve hijos", explica Fernández, "mis hijos fueron todos mis alumnos, he sentido un gran amor por ellos y ellos por mi". "Las madres les preguntaban a sus hijos si querían más a papá o a mamá y ellos contestaban que a mamá a papá y a La Seño", recuerda con orgullo.

ISLA PINTO
Tras la polémica derivada de la primera ubicación del aula reservada a las clases, se dispuso un espacio en un pañol de la Isla Pinto, donde se instaló la escuela durante nueve años.
"Era un lugar peligroso", admite 'La Seño'. "Había un embarcadero frente a la escuela y les tenía prohibido a los niños que se acercaran al agua durante el recreo", recuerda Fernández, quien admite que "aunque nunca pasó nada, cada día tenía pesadillas en las que un alumno se caía al agua".

La angustia finalizó cuando se decidió construir una nueva escuela junto a la residencia del segundo jefe de la Estación Naval, a la que se trasladaron en el año 1971. "Habían puesto tantos ventanales que no me dejaron sitio para colocar la pizarra. Tuvieron que tapiar algunas ventanas para poderla poner", explica divertida.

ALUMNOS
Fernández, que guarda con esmero gran número de fotografías de sus años en la Base Naval e incluso un pequeño dietario en el que apuntaba los acontecimientos relevantes , tenía una media de 15 alumnos por curso, de diversas edades. "Yo les enseñaba a leer, a sumar y a restar, además de educarlos", explica. "A los niños les gustaba mucho traer golosinas para comer delante de sus compañeros y yo eso no lo permitía, tenían que repartir entre todos los caramelos".

No obstante, 'La Seño' recalca que nunca dio ningún azote a sus alumnos, a pesar de tener el permiso de las madres para hacerlo en el caso de que sus hijos se lo merecieran. "Hubo una época en que a un grupo de niños les dio por morder a sus compañeros y algunas madres se quejaron. Yo me puse muy seria y les dije que al que volviera a morder le arrancaría los dientes con unas tenazas. Les impresionó tanto que no lo volvieron a hacer", recuerda.

La estancia de las familias que residían en la Estación Naval era relativamente corta. En este sentido, Fernández reconoce que le resultaba difícil despedirse de sus alumnos y explica que muchos de los niños le escribían cartas al llegar a sus nuevos destinos, alguna de las cuales todavía conserva. "Tengo muy buenos recuerdos de todos aquellos años, éramos como una gran familia".

FIESTAS
"En aquellos años había mucha vida en la Estación Naval", explica 'La Seño', "cualquier excusa era buena para organizar alguna fiesta". La "escuelita" era el escenario donde se celebraban los cumpleaños de los alumnos, entregas de premios, el Carnaval, la semana del Domund, la llegada de los Reyes Magos y las ofrendas florales a la Virgen durante el Mes de María.

Asimismo, durante las fiestas navideñas los niños preparaban cestas con comida que posteriormente entregaban a Caritas, donde también cantaban los villancicos que habían aprendido en clase.

No faltaban tampoco las excursiones a la playa e incluso en una ocasión Fernández solicitó el permiso para realizar una visita a un submarino que había recalado en la Estación Naval. "Fue una gran experiencia bajar con todos los niños por aquellas escaleras tan estrechas", rememora.

El carácter extrovertido y alegre de 'La Seño', a la que algunas alumnas comparaban con la muñeca Barbie, la convirtió con el tiempo en uno de los personajes más apreciados y respetados de la Base. Todavía hoy, Fernández mantiene el contacto con algunos de sus antiguos alumnos y recuerda con emoción todas las anécdotas vividas durante aquellos años. "Fue una época muy bonita. El día que me muera mi último recuerdo será para todos los niños que pasaron por la 'escuelita".