Quiruga. Es voluntario de Protección Civil desde hace siete años - Archivo

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Playa de Sa Mesquida, 11.30 horas del domingo 30 de marzo. Once voluntarios de Protección Civil de Maó supervisan las prácticas finales de un curso de socorrismo organizado por el Ayuntamiento. Los gritos desesperados de una mujer rompen la tranquilidad de la jornada: su hija de dos años presenta síntomas de ahogamiento y se encuentra inconsciente.

El jefe de la agrupación, Paco Quiruga, es el primero en llegar al lugar de los hechos y no duda a la hora de coger a la niña en brazos para llevarla hasta el hospital de campaña, instalado para la ocasión. "La pequeña comenzaba a cambiar de color y mientras la llevaba en brazos comencé a practicarle un masaje cardíaco", explica Quiruga.

Gracias a la atención de los voluntarios de Protección Civil y de uno de los monitores del curso de socorrismo, la pequeña consiguió expulsar el agua de los pulmones y comenzó a respirar por si misma. "Fue una suerte que estuviésemos allí y que pudiéramos atender a la niña al momento", apunta el jefe de la agrupación de Maó. Al parecer, la mujer se encontraba en la playa con sus tres hijas por lo que fue acompañada por algunos miembros de la agrupación hasta el Hospital Mateu Orfila, donde la pequeña permaneció ingresada hasta el miércoles.

Quiruga, que se inició como voluntario de Protección Civil hace siete años, reconoce que "nunca me había encontrado ante una situación tan impactante, especialmente por el hecho de que se tratara de una menor de tan sólo dos años". En este sentido, admite que "poder salvar a una niña pequeña no tiene precio. A partir de ahora, cuando vea a la pequeña por la calle, siempre pensaré que un día la pude ayudar".

No obstante, precisa que "el mérito no es sólo mío, había otros voluntarios que participaron en la intervención".