¿Cómo fueron sus comienzos al llegar a Menorca?
Fue hace 25 años. En Madrid trabajaba de fotógrafo para una agencia y vine a la Isla de vacaciones. Me encantó su luz. El comienzo fue difícil. Me di cuenta de que no había negocios de revelado en una hora, así que monté un local para ello. Trabajé en el establecimiento hasta hace 5 años, cuando la fotografía digital empezó a estar en auge.
¿Cómo describiría su obra artística?
Soy fotógrafo analógico. Empecé hace 6 años con negativos revelados sin imagen. Yo les llamo "Lissegrafías". Es una obra sencilla y original, compongo con colores. Realizo mandalas, series que tienen que ver con los elementos, imágenes que uno puede ver si da un paseo. Mis trabajos tienen un significado, hay que mirarlas bien y que cada uno saque sus conclusiones. Siempre creo con juego. Yo comencé en la escuela haciendo cómics y fotos con diapositivas, digamos que soy un fotógrafo de la vieja escuela. En cuanto a los nombres, habrá quien haya visto que son místicos y antiguos, es una parte más de mi personalidad y creencias.
¿Le ha afectado la crisis a la hora de vender sus obras?
Ahora mismo estoy un poco deprimido por eso, porque no hay mucho movimiento. La gente que tiene algo de dinero no se lo gasta en arte. También debo decir que la venta de mis cuadros no es una prioridad para mí, es más la necesidad de expresión. Me gustaría agradecer al Hotel Capri que se hayan interesado por mi trabajo.
¿Qué camino quiere seguir artísticamente?
La verdad es que tengo que digitalizarme, tanto en lo que hace referencia a los ordenadores, como a las cámaras. Por otro lado, yo vivo el presente. Vine aquí para quedarme y me gustaría seguir dedicándome a la imagen, aunque como ahora el tema está algo parado, no descarto experimentar con la creación. La escultura también me atrae.
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