La matrona y doctora en Historia Patxuka de Miguel Ibáñez (Pamplona/Iruña, 1961) se ha especializado en el campo de la osteoarqueología, disciplina que estudia los restos humanos desde la perspectiva arqueológica, además de ser profesora asociada de Prehistoria en la Universidad de Alicante. El próximo martes, a les 19.30 horas, dará una conferencia en el Museu de Menorca, en Maó, con el título «Los llantos silenciosos. Restos infantiles en la arqueología», en que desvelará aspectos sobre el mundo de las mujeres embarazadas y los acontecimientos adversos relacionados con el embarazo y el nacimiento en el mundo antiguo.
¿Cómo se estudia la maternidad en la arqueología?
—A partir de las evidencias en sepulturas de mujeres que fallecieron durante el embarazo o incluso por complicaciones en el parto que pocos pero algunos testimonios hay, ejemplos que he podido estudiar personalmente y otros de la bibliografía. Haré un repaso de algunas mortalidades infantiles en edades muy tempranas entorno al nacimiento y algunas enfermedades que vemos reflejadas en el mundo de la infancia, tanto de patologías en individuos perinatales como en criaturas un poco mayores llegando incluso a manipulaciones dentarias, por ejemplo, en personas entorno a 14 años.
El estudio del embarazo y la maternidad en la Antigüedad no se ha prodigado mucho.
—Durante las excavaciones arqueológicas no se ha sabido documentar bien, porque hay veces que los fetos son muy pequeños, se mezclan con los huesos de las manos, ha habido un cierto equívoco durante mucho tiempo, pero hace unos cuantos años en los que se empezó a plantear sobre todo la posibilidad que existieran en los yacimientos arqueológicos y efectivamente se han documentado en los últimos años bastantes casos.
¿Cuáles eran las causas de la muerte de la madre o el bebé?
—En la mayoría de los casos es difícil vincular la muerte de la mujer embarazada con una patología concreta o con un problema en el parto, porque una embarazada se puede morir de cualquier cosa, incluidas las gripes, las infecciones o complicaciones en el embarazo. Hay algunos testimonios que sí se han podido documentar que la muerte está claramente relacionada con complicaciones que hubo en el parto.
¿Algunos ejemplos que expondrá en la conferencia?
—Voy a exponer un caso de Navarra, en el que un niño estaba puesto atravesado, no venía ni de cabeza ni de nalgas, y lo que ocurrió es que rompió la bolsa de las aguas y sacó un brazo. Entonces no hubo forma de resolverlo y en el enterramiento se ve la mujer con el feto dentro y el brazo prolapsado. Es un caso muy duro, que hoy día se resuelve con una cesárea porque la medicina ha avanzado de verdad.
¿Influía el hecho de que eran madres muy jóvenes?
—Tenemos algunos otros casos que bien porque son edades muy tempranas, las mujeres que son justamente púberes, que pueden tener 14, 15 o 16 años, anatómicamente no están desarrolladas del todo y suelen tener más problemas a la hora de los nacimientos de los bebés, sobre todo, si las criaturas son grandes. Tenemos algunos casos en los que parece que la muerte pudo relacionarse con una mujer o joven no desarrollada esqueléticamente de forma completa, frente a unas criaturas que son realmente grandes a partir de las medias que nosotros podemos obtener, son casos que yo he estudiado. Ahí sí que hay este riesgo que se asocia a complicaciones en el embarazo de mujeres muy jóvenes. Voy a presentar un caso probable, porque la recogida viene de un ámbito de aficionados, pero en el que puede ser menor de 14 años que está en un enterramiento junto con restos de un perinatal o un feto, tengo otro caso de 16 años con un bebé muy grande que no lo pudo parir y dos o tres más son poco menos que de edad adulta no muy mayor, que puede ser entorno a los 30 años, 25, 30 a 35 años y es raro que sean por encima de esa edad.
También debían producirse partos múltiples.
—Otro ejemplo que explicaré es la muerte de una mujer a la que se asigna unos trillizos, en principio un parto complicado, o un parto gemelar de Siberia que parece que hay un encajamiento de cabezas, el primer gemelo iba de nalgas, el segundo venía de cabeza y lo que hicieron las cabezas fue encajarse de forma que fue imposible resolver el problema. Este testimonio es el que queda en ámbitos de la arqueología cuando se hace una buena excavación arqueológica y los huesos no están muy alterados, porque a veces se hace una buena excavación pero los huesos están tan deteriorados que tampoco permite una documentación adecuada.
¿Qué papel tenía la infancia en la sociedad antigua?
—Ahora consideramos la infancia como algo a proteger, simbólico y deseado, frente a testimonios que sabemos perfectamente de culturas en donde las criaturas ayudaban en las actividades de mantenimiento de forma muy temprana, y eso también causaba enfermedades, deterioro, marcas de actividad en los huesos, más allá de lo que son enfermedades, desde un parto prematuro que no pudo sobrevivir la criatura, malformaciones congénitas que les provocaron la muerte, es el caso de trisomías que hicieron imposible la supervivencia de las criaturas, como el síndrome de Down (trisomía 21) y el síndrome de Eduards (trisomía 18).
¿Y casos de infecciones?
—Hay casos de sífilis que se transmitía por la madre o en edades un poquito más avanzadas identificamos muertes con violencia, anemias, malformaciones, rituales un poco especiales para el tratamiento de los bebés, en fin, estas cosas que son las que aúnan a todo un estudio centrado en la maternidad y en la infancia, siempre como visión de catástrofe o de fracaso, pero por otra parte transmiten ese duelo que las sociedades del pasado han tenido frente a una pérdida temprana, con tratamientos cuidados en entierros en los cementerios o en ámbitos domésticos con el fin de que esa memoria pueda perdurar en el tiempo.
¿Cómo se establece la edad?
—Desde la perspectiva biológica, adulta joven entre los 21 y 30 años, 30 ya son personas adultas y por encima de los 45 son adultos maduros y por encima de los 55 son seniles. Las edades gestacionales, de los perinatales y de los fetos lo calculamos a partir de las tablas disponibles en medicina forense y de ecografía obstétrica que es lo que nos permite tener una variabilidad grande y hacer una aproximación hacia esa edad de gestación que nunca es precisa. Además, los fetos al nacimiento pueden pesar 2 kg o 5 y ser de 40 semanas, jugamos con una información un poco por aproximación, no tenemos las historias clínicas.
La arqueología de la muerte nos ayuda a conocer cómo eran, qué sentían...
—Interrogamos los huesos y nos cuentan lo que quieren contarnos, porque una cosa que siempre digo es que yo no hablo de muerte sino de vida, me cuenta de personas que han vivido, su experiencia vital y no su experiencia postmortem. Nos hablan de esa vida, de esa atención, de ese cuidado, de ese mimo que de alguna forma se les ha prestado en una larga o corta vida. Lo que realmente cuentan es su experiencia de vida por las enfermedades y la parte negativa siempre y cuando reconozcamos que en su tratamiento funerario hay una parte de cariño, de duelo, de respeto.
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