Una propuesta que encaja a la perfección con la filosofía con la que nace el premio, que no es otra que alojar iniciativas de pequeño formato y estimular la creación y la difusión de artistas y artesanos a través de trabajos en los que se explora la relación entre el continente y el contenido de los fondos que custodia Ca n'Oliver. «Cuando leímos las bases de la convocatoria, en las que se hablaba mucho del coleccionismo, se empezó a abrir un imaginario», rememora Guri. La artista explica al respecto que «enseguida conectamos con algo que tiene que ver mucho con nuestro trabajo, que es lo primitivo», otro de los nexos clave en que la trayectoria de ambos creadores se cruzara.
Esa conexión con lo prehistórico condujo a la piedra, elemento que relacionaron directamente con el oficio y que se convirtió al instante en el elemento central a partir del que arranca un proceso de investigación. «No teníamos muy claro cuál iba a ser el resultado, pero sí que iba a ser un proyecto largo», advierte la creadora sobre un camino que ha desembocado en una muestra multidisciplinar en la que podemos encontrar esculturas cerámicas, pinturas, un tapiz, audiovisuales y hasta un paisaje sonoro que toma forma a través del testimonio de personas que trabajan, a través de diferentes oficios, en la transformación de objetos.
El resultado final es un diálogo interdisciplinar sobre la materia y su relación con el arte y la artesanía en el contexto social y económico actual para proponer una reflexión sobre la transición del objeto a obra de arte. «Queríamos posicionar el proceso creativo como punto de encuentro para que diferentes agentes pudiéramos reflexionar sobre lo que ocurre en el proceso de transformación, y qué es lo que hace que un objeto como puede ser una piedra acabe de repente, por ejemplo, en una taula», concluye Guri.
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