Tras su paso este jueves por la biblioteca de Maó, este viernes hablará en la de Ciutadella | Gemma Andreu

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«El món avui», el ciclo sobre pensamiento y actualidad organizado por la Xarxa de Biblioteques, tuvo este jueves como invitada a Karma Peiró (Barcelona, 1968). La periodista especializada en tecnologías de la información visitó Maó para impartir la conferencia «Com influeix la intel·ligència artificial en les nostres vides?», una cita que se repetirá esta tarde en la Biblioteca de Ciutadella (20 horas).

El tema de la inteligencia artificial ha desembarcado en los medios de forma masiva en las últimas semanas. ¿Estamos preparados para ello?

—Siempre va bien tener un poco de conocimiento general sobre tecnología. En la última década ha avanzado vertiginosamente, la tenemos en nuestras manos, en el teléfono móvil, y cuando sabemos utilizar las aplicaciones que hemos instalado nos creemos que ya lo sabemos todo. Nos influye mucho en el día a día, especialmente si hablamos de inteligencia artificial. La tecnología influye en todas nuestras acciones, incluso la manera de pensar, de actuar, de comportarnos, me atrevería a decir que hasta de expresarnos y también a la hora decidir los aspectos más personales de la cotidianidad.

El móvil es ahora una extensión de nuestro cuerpo…

—Así es, y no es malo. Es una herramienta muy buena para nuestras vidas. Pero no está de más conocer qué implica el uso masivo de la tecnología y qué se esconde detrás de ella. Hay que despertar esa conciencia. Todas las tecnologías que hemos tenido desde el principio de la humanidad a nuestro alcance han tenido pros y contras. Como todo, tiene esos lados positivos que disfrutamos, pero también sus riesgos y hay que decidir qué queremos hacer con ellos.

¿Cuál sería el principal riesgo de la inteligencia artificial?

—Uno, la modificación del comportamiento humano, cómo influye en nuestros pensamientos. Las redes sociales, los mensajes que en ellas se publican, pueden influir en los adolescentes en cuestiones de salud, modas o modelos que pueden captar la atención y provocar cambios de comportamiento drásticos y perjudiciales. También podemos pensar en cualquiera de nosotros cuando queremos comprar un producto: masivamente se nos está influyendo para que vayamos a un sitio o a otro. Alguien puede decir que eso siempre ha existido, a través de medios como la televisión, pero, más allá de eso, lo realmente impactante es la velocidad a la que la inteligencia artificial permite difundir los mensajes. Luego hay una parte un poco más oculta que es lo que se conoce como el filtro burbuja.

¿En qué consiste?

—Las tecnológicas, para tenerte enganchado en las redes sociales utilizan, a través de la inteligencia artificial, patrones de comportamiento de cada uno, nos clasifican y recogen información, como por ejemplo qué es lo que nos provoca un impulso de compra o de cambio de estado de ánimo. Por tanto, estamos todos en nuestras pequeñas burbujas y nos creemos que estamos viendo la realidad, pero en realidad no está ocurriendo eso. Lo importante es tener el conocimiento y a partir de ahí cada uno tiene su opción individual y decide lo que quiere hacer con su vida.

¿Se puede vivir al margen de la tecnología?

—Olvidé en Barcelona la bola de cristal para poder adivinarlo (risas). Va a ser muy difícil vivir al margen de la inteligencia artificial y de otras tecnologías que están saliendo y van a ser básicas    en nuestra vida para absolutamente todo. Hace años que estamos con la inteligencia artificial, no es nuevo. Lo que sí tenemos ahora es la capacidad de generar datos, 365 días al año, las 24 horas y unos ordenadores superpotentes para procesarlos. La inteligencia artificial la utilizamos ya a diario sin darnos cuenta y no pasa nada.

Sin bola de cristal, ¿se atrevería a vaticinar hacia qué tipo de sociedad avanzamos?

—Desde que apareció internet masivamente, a finales del siglo pasado, aunque hay que tener en cuenta que hay países que están poco o nada conectados a esa red, todo ha sido exponencial, y cada vez lo será más. Lo mejor, o peor, es que ni siquiera nos vamos a dar cuenta de esa evolución exponencial. Todo va ir mucho más rápido y lo vamos a asumir más rápido porque desde hace años estamos desarrollando la intuición tecnológica a una velocidad increíble. Esto no va a parar a menos que el planeta ecológicamente nos dé un gran golpe y no podamos disfrutar de electricidad, si nos falla nos quedamos desconectados.

¿Tenemos que temer los periodistas por nuestro futuro laboral?

—Sí, pero solo si no hacemos bien nuestro trabajo, si no somos buenos periodistas podemos ser reemplazados fácilmente.

¿Hasta qué punto podemos ser reemplazados?

—En la actualidad la inteligencia artificial no entiende el contexto, y esa es una de las principales cosas que hemos de entender los periodistas. Sin él, no podemos responder a las cinco o seis respuestas básicas. Un ChatGPT,  esa aplicación que le preguntas cualquier cosa, te puede crear una noticia en 30 segundos. Lo que pasa es que juntará mucha información y quizás sea poco coherente. Un lector que no preste mucha atención a los artículos, dirá ‘qué interesante'. Sin embargo, quien lee atentamente y busca respuestas en el trabajo periodístico, dirá ‘esto no tiene sentido'. La cuestión es decidir si prefieres saber o no si la noticia que estás leyendo ha sido escrita por una máquina. Está bien que existan las dos cosas, pero yo sí que lo quiero saber, porque lo leeré de manera diferente.

A la par que la tecnología tendrá que avanzar la legislación, ya que hay muchas cuestiones éticas de por medio.

—Muchísimas. Estoy en varios comités de ética de inteligencia artificial, y es impresionante la de cuestiones que hay sobre la mesa. En Europa tenemos una ley borrador que está bastante avanzada y que esperamos que sea de obligado cumplimiento en todos los países europeos en un par de años. Esa ley nos va a proteger ante la inteligencia artificial más peligrosa, como en el tema de armamento para la guerra pero también en lo que se refiere a aparatos domésticos. La buena noticia es que la preocupación por legislar ya existe.

¿Lo de la rebelión de las máquinas sigue siendo una cuestión de ciencia ficción o podría no serlo en el futuro?

—Lo que sé de inteligencia artificial  es porque hace años realicé un informe en el que entrevisté a 30 expertos en el tema. La pregunta que me haces, a fecha de 2019, que es cuando se llevó a cabo el estudio, es ciencia ficción. La máquina es buenísima en aquello para lo que la has programado pero no sabe reaccionar al instante ante obstáculos imprevistos. Todavía no hemos llegado a ese nivel de que sean capaces de reaccionar como los seres humanos a lo que pueda ocurrir en el día a día. No sé qué edad tienes, pero esa rebelión de las máquinas ni tú ni yo la vamos a vivir, tranquilo.