Miércoles 31 de agosto. Pasan unos minutos de las nueve de la noche. Es Claustre. Dani Morlá se sube al escenario y expresa cierta decepción por el recibimiento de las personas que llenan algo más de la mitad de las sillas disponibles. Quiere un aplauso «como si fuera el p... Freddie Mercury». Es uno de aquellos monologuistas que hablan desde la sonrisa. Otros lo hacen enfadados, o taciturnos. El se ríe. Se presenta como calvo y pelirrojo al mismo tiempo, y como un menorquín que lleva años dedicándose a la comedia fuera de la Isla.
Esta identificación territorial no es algo específico para este espectáculo, en el que Dani Morlá, de Es Grau como precisa él, ha traído a monologuistas de primer nivel que además son sus amigos (Quique Macías, Xavi Daura y el desconcertante Luis Álvaro). Colegas de profesión. Morlá explica que siempre se presenta como menorquín en sus monólogos, «soy una especie de abanderado de la Isla, siempre pregunto si entre el público hay alguien que haya estado en Menorca y siempre sale alguien».
Esta promoción es extensa. Morlá tiene desde hace un año un espectáculo fijo en cartelera en Madrid, además de una intensa actividad en Barcelona, más lo que le pueda ir saliendo. Presenta varios formatos, solo o acompañado. Se dedica profesionalmente a la comedia desde hace ocho años. «Tengo la agenda llena hasta junio del año que viene», detalla al teléfono.
Empezó con la comedia y el stand up hace quince años en locales de Menorca. Tras un paréntesis de cinco años, volvió al escenario casi por casualidad pero luego se decidió a cursar estudios de comedia en Barcelona. Desde entonces no ha parado.
Dani Morlá comenta que fuera de la Isla hay mercado como para vivir de la comedia, «el temor al principio era no estar a la altura, pero uno se puede ganar bien la vida. En los últimos años he dado un salto importante, actuando con gente que eran mis ídolos». Entre sus referentes destaca a Andreu Buenafuente y Pepe Rubianes. De hecho, su ilusión máxima es poder realizar un late night, a pesar de que de momento es algo ajeno a la televisión, «llegué tarde para Comedy Central, y luego este formato salió mal».
En el espectáculo de Es Claustre la línea de lo políticamente correcto se sobrepasa con una frecuencia trepidante, casi sin solución de continuidad. En el directo hay más libertad que ante una cámara, por ejemplo, «no nos cortamos un pelo, no nos callamos nada. Yo nunca he tenido problemas en este sentido, lo importante es que el texto esté bien hecho, si es bueno funciona». Admite que el público de este tipo de actuaciones viene ya bastante predispuesto.
Dani Morlá asegura, aunque pueda resultar increíble por un contenido en el que no faltan algunos excesos de consecuencias nada agradables, que sus monólogos se basan todos en vivencias reales, «suelo decir que mi guionista es Dios». Explica que hacerlo así «me ha ayudado mucho en lo personal, a superar ciertas cosas complicadas». Certifica, ante la insistencia del periodista, que todo lo que cuenta es real.
Destaca el buen momento de la comedia, un formato en constante evolución, aunque con cuentas todavía pendientes, como la presencia de más mujeres sobre los escenarios. «Todavía hay locales que no las quieren porque dicen que no son graciosas, es increíble, vienen fuertes y hacen una comedia muy buena».
Está triunfando fuera pero a largo plazo su objetivo es venir a la Isla, tal vez para abrirse un espacio en la radio u otros proyectos. Lo ve todavía lejano. La comedia, afirma, tiene un mercado muy concreto y Menorca no da para tanto. De momento, el miércoles 31 cumplió su sueño de actuar en Es Claustre con tres amigos y grandes monologuistas.
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