Estamos sometidos a valores numéricos, incluidas las expectativas empresariales. Analizar el por qué se opina así, desde un punto de vista cualitativo, no estaría de más. Un aspecto curioso al repasar los indicadores de confianza empresarial publicado por Instituto Nacional de Estadística (INE) es la nomenclatura utilizada, además de gráficos y tablas con resultados finales.

Aparecían vocablos como optimismo, pesimismo y expectativas. Todos ellos del campo de la psicología. Entremezclarse datos e histogramas, con esos vocablos me pareció curioso y atrevido. Hablar de optimismo empresarial es un enfoque que tiene que ver con el modelo de inteligencia emocional, donde el autoconocimiento emocional es esencial, así como aceptar la adversidad y establecer destrezas para facilitar la resiliencia (capacidad de adaptarse a los malos tiempos). Por otro lado, pensar en soluciones creativas y fomentar la esperanza cuando aparece el desaliento.

Como resultados relevantes de este último informe, el 18,6% de los establecimientos empresariales prevén un trimestre favorable y el 20,2% son pesimistas sobre la marcha de su negocio (Expectativas). El 8,9% de los gestores de establecimientos empresariales considera que el empleo aumentará en el primer trimestre, mientras que el 12,4% cree que disminuirá. El optimismo aquí no se ve reflejado, y sabemos que es parte del éxito empresarial. Por comunidades autónomas la confianza empresarial sube en 13, sin embargo, aparecen mayores descensos en cuatro comunidades, siendo Balears una de ellas (-3,3%).

Aunque las cosas parecen que hayan ido bien, no todo el mundo lo ve así. Inyectar optimismo puede ser de gran ayuda, teniendo en cuenta que las personas optimistas suelen ser más creativas, poseen una actitud proactiva, así como tenacidad ante problemas más que las pesimistas. Por otro lado, juzgan las cosas de manera más favorable y rompen con la queja. Ante la incertidumbre, los optimistas afrontan mejor la aventura empresarial, son diestros en la toma de decisiones acertada y afrontan mejor el estrés. Pueden así visualizar los entornos posibles sin angustia. Todo ello tiene que ver con el conocido efecto Pigmalión o profecías autocumplidas.

El efecto Pigmalión atiende a las previsiones que hacemos sobre nosotros mismos y sobre nuestro futuro. Ello va a condicionar nuestras propias relaciones, y las estrategias para hacer frente a las adversidades. Para ello, es importante conocer el entorno, generar confianza, y la determinación de que nos va a salir bien. De esta manera vamos a trabajar mejor las frustraciones y la resistencia a los errores va a ser mayor. Deberemos empezar por el primer paso para ser el mejor, es tener la voluntad y la creencia de poder serlo. En la profecía autocumplida es una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad. Se acuño este término por el sociólogo Robert Merton definiéndola como: «La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición «falsa» de la situación, que despierta un nuevo comportamiento que hace que esta falsa concepción original de la situación se vuelva verdadera». Si una situación es definida como real, esa situación tiene efectos reales.

Reaccionamos a menudo ante el significado que damos a las cosas, más que a las cosas en sí mismas.
El comportamiento está determinado por su percepción y por su significado, que atribuyen a las situaciones en las que se encuentran. Por ese motivo, es importante que si pensamos en positivo las cosas serán positivas, y si nuestros pensamientos son negativos serán probablemente negativas. Las expectativas deben ser realistas, a corto plazo y alcanzables. Pero no olvide colocarlas y sentirlas desde el optimismo más sincero y genuino, así cuando alcance sus metas empresariales podrá saborearlas con orgullo.l