Y es que la trayectoria del grupo de Bep Llorens ha seguido una proyección clara, acentuada este mágico pasado fin de semana en La Rioja donde rompió todos los pronósticos hasta plantarse en el partido decisivo, en la gran final. Para llegar hasta allí el equipo había creado un caldo de cultivo ideal en las jornadas previas a la Copa de la Reina.
De los últimos cuatro partidos del campeonato regular, el Valeriano Allès Menorca solo había sufrido una derrota, precisamente el líder abusivo, Tramek Murillo, en Ciutadella. Y en la Copa fue capaz de tumbar, de nuevo, al tercer clasificado del campeonato, el Barça, y al segundo, el Leadernet Pamplona, en un partido que se resolvió por un insospechado 3-0 y que el propio Llorens calificó como «perfecto».
Las causas que justifican el salto cualitativo del equipo pueden ubicarse en la regularidad que mantiene el grupo como segundo mejor bloqueador de la Liga, la reubicación de Sheila d'Amaro como central efectiva, en detrimento de Esther Marqués, ahora relegada al banquillo, y la progresión individual de la joven colocadora, Danira Costa.
La otra gran faceta que explicaría la subida del tono general del grupo descansa en el ataque. Aunque la californiana Rese McNatt, que tuvo que jugar infiltrada la final por sus molestias en la rodilla, se mantiene como jugadora franquicia y segunda máxima anotadora de la Superliga, en los últimos encuentros el juego ofensivo ha sido más coral. Jugadoras como la propia Irene Cano, Sheila d'Amaro, Gracieli do Monte y la joven Raquel Brun -su participación copera ha sido muy relevante- se han incorporado a las puntuaciones altas en cuanto a anotación repartiendo el esfuerzo de McNatt quien, de esta forma, puede elevar también su aportación en recepción. Llorens ha reubicado a la americana como receptora, intercambiando su posición de opuesta con Gracieli do Monte, con lo que Rese ha aumentado su ayuda en defensa y las centrales han ganado protagonismo en ataque.
Estos hechos contrastados solo hacen que ratificar la capacidad del equipo para pelear en las ocho jornadas que restan para el final del campeonato regular, con el convencimiento de que hay argumentos para vencer a cualquier equipo aunque el Murillo sea otra historia.
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