El luchador menorquín, durante la última velada vivida en Maó. | Talaiot Estudios

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«Mi historia no ha sido fácil: fui legionario y, antes de eso, pasé mi juventud en un centro de acogida. Ahora doy clases de Brazilian Jiu-Jitsu y Grappling a jóvenes que también enfrentan dificultades en sus vidas». Esta es la tarjeta de presentación del catalán, Miguel Ángel Belmonte Urbea, de 43 años y que lleva 21 ya residiendo en Menorca, donde aterrizó, «para salir del ambiente en el que estaba», se sincera a las primeras de cambio este luchador, que lleva cinco años con el gimnasio Levium Armorum y que al grito desde la grada de ‘Legi, Legi...’, fue una de las sensaciones en la última velada de Llesques i sobrassades vivida en el Poliesportiu de Maó.

Belmonte, ‘Legi’ como se le apoda en los cuadriláteros, se las vio en el ‘poli’ ante un oponente de apenas 25 años y empujado por su gente logró vencerle a los puntos, si bien, el gran triunfo de este menorquín lo ha conseguido frente a la vida y ante una infancia y juventud muy duras por las que tuvo que pasar. «Creo que empecé en este deporte para quitarme los miedos de mi infancia y darme seguridad y, en mi caso, me ha ayudado en todos los aspectos; me sube la moral y la autoestima y me siento fuerte físicamente. Conoces todo tipo de personas y haces grandes amistades», nos señala para «Es Diari» un ‘Legi’ que ni esconde ni rehuye de su complicado pasado.

«Vengo de una infancia problemática, me crié en el centro de acogida, Aldeas Infantiles, en Barcelona; me ingresaron con tres años, hasta los 18, y me tuve que buscar la vida», nos explica Belmonte, todo un ejemplo de integración y superación. «He llegado a dormir en la calle y pasando hambre, no sé qué es tener unos padres. No los tuve dentro de lo que cabe, estuve con mis hermanos y las artes mixtas me ayudaron a valorar a las personas, a no tener miedo y a subirme la autoestima», repite. El ‘Legi’, cuyo apodo de legionario se lo puso su gran maestro y amigo, Fabián Sintes, abunda en la importancia del deporte para salir adelante.

«Mi infancia fue difícil y de joven fui una persona tímida, no hablaba con nadie. Pero formé la familia que siempre soñé, con dos hijos y mi mujer, Mirtha, que siempre me ha apoyado en todo lo que me propuesto», expresa, emocionado, el luchador. «Las artes marciales me dieron todo, tanto por dentro como por fuera. Fuerza, vitalidad, energía, juventud y sobre todo una gran familia (amistad)», sostiene, de un deporte que sí, «es agresivo, pero no violento. Las MMA requieren mucho entreno físico y mental y son súper respetuosas y son nobleza, sin duda».

Belmonte aprovecha ahora sus cualidades como luchador y su duro recorrido en la vida para aleccionar dentro y fuera de las jaulas a los más jóvenes. «Me he encontrado chavales que me explican sus problemas, yo les escucho y les cuento lo que yo pasé en mi infancia. Se quedan asombrados, pensando que no es nada comparado con lo que yo he vivido».

«La edad es solo un número»

El ‘Legi’ está dando entrenamiento tras entrenamiento y combate tras combate una lección, más a sus bien llevados ahora 43 años. «La edad es solo un número; soy consciente que todo tiene un límite y ahora pienso en enfocarme en estudiar. Quiero ser policía local», nos avanza Belmonte, que gracias a las MMA, gana «en seguridad y respeto y me permite trabajar de seguridad en la Cova den Xoroi y en Sa Tintina», dice, agradecido a su gimnasio, «con grandes instructores de gran nivel, como Fabián Sintes, Ignacio Capella, Mattias Giordano o Borja Aguiló. A quien piense que las MMA son violentas, les dice: «Sí, pero es controlada, con técnica y mucho trabajo mental y físico».

El apunte

«Hice natación y gané cosas pero nadie estuvo ahí animándome»

A diferencia de la gran mayoría de niños y niñas o jóvenes que practican deporte y que sienten el apoyo de sus padres y familiares en la grada, en el caso de Belmonte ni mucho menos fue así y tuvo que convivir con la soledad, también en el deporte. Él mismo nos explica que antes de realizar Artes Marciales Mixtas practicó el deporte de la natación y que, como en el cuadrilátero, también se le daba muy bien y llegó a colgarse unas cuantas medallas. El mismo ‘Legi’ recuerda para este diario tener que celebrar sus éxitos en solitario. «La natación se me daba muy bien, la verdad, y gané medallas, sí, pero, en mi caso, no tuve a nadie detrás que me animara».