El regatista de Alaior, a la izquierda de la imagen, posa en el puerto de Maó poco antes de viajar a la Argentina junto a Enric Noguera, con quien forma tripulación y al que alaba sin ambages. «Sin él en el barco no podría hace nada», precisa Triay de su compañero.  | Gemma Andreu

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Jordi Triay Pons (Alaior, 1987) es la gran baza de la vela menorquina en el Mundial de la clase Snipe que empieza esta semana en Argentina. Actual bicampeón europeo de la especialidad, el regatista de Alaior atendió a esta diario pocas horas antes de emprender viaje a tierras sudamericanas, para compartir con nuestro lector sus impresiones y sensaciones en el preámbulo del evento.

Un Mundial siempre es un reto. ¿Con qué expectativas acude a Argentina?

—Nunca he competido allí, pero por lo que me han comentado, me encontraré con un campo de regatas bastante complicado. Siempre me ha sido complicado navegar en el hemisferio sur, desconozco el motivo, pero algo hay, al margen del cambio de horario. Me encontraré con diez o doce campeones del mundo, por lo que habrá un gran nivel. Creo que estamos yendo bien, pero a ver cuando lleguemos, puesto que las condiciones son tan diferentes… puede ser que me sienta cómodo, como en el Europeo del año pasado en que logré superar a gente importante, o quizá que no sepa por donde partir. Esto no es como ir a correr, que más o menos sabes la marca que puedes conseguir. Para nosotros es una incógnita lo que nos encontraremos.

Es vigente bicampeón de Europa tras dominar los europeos de Split e Italia, y la preparación de este año, en función de los resultados, parece que ha sido positiva, ¿llega al Mundial con esa sensación?

—Llego con la sensación de que estamos bien. Hemos hecho bien el trabajo, ahora veremos si el resto de componentes responden.

¿Acaso es eso motivo, sus últimas victorias, para tener mayor confianza o en cambio se siente más responsabilizado, más presionado a tener que lograr un buen resultado?

—No, siempre ayuda en el aspecto de tener más confianza. Presión no siento ninguna, no es mi primer Mundial, sé lo que me encontraré, todo el mundo está muy fuerte. Pero a veces también vas con grandes expectativas y te llevas dos ‘bofetadas’ de inmediato. Me ha pasado en otros mundiales, por eso cuando llevas unos cuantos, vas siempre con pies de plomo.

¿Americanos, canarios… qué rivales son los que más le preocupan? ¿Qué espera del campo de regatas?

—Creo que hay diez equipos que tranquilamente pueden proclamarse campeones del mundo, lo veo muy abierto. Llegas a un punto en el que cuando hay tanto nivel… en teoría todos vamos con el mismo barco, pero cada uno hace su propia puesta a punto, como en la Fórmula Uno, cada coche, aunque sea de la misma marca, tiene un funcionamiento. Y eso supone que a veces las condiciones de navegación le van mejor a uno y peor a otro. Los que son de allí, irán bien, seguro, pues están entrenando allí, ya se han ajustado. Nosotros nos tendremos que adaptar. Competiremos en agua dulce, con corrientes, mareas, el agua es marrón, lo que hace que se dibuje mucho menos la racha, por lo que costará más prever el viento, pues en aguas oscuras eso cuesta mucho más de ver. Son bastantes factores que hace que la cosa no sea sencilla.

La expedición incluye una importante representación del Club Marítimo, ¿ayuda el convivir con compañeros en esos días de competición, o no le das mayor importancia?

—Sí, ayuda, claro. Es positivo, nos ayudamos, aunque en mi caso ya hace años que conozco a los integrantes del equipo español y casi es como si fueran del Club Marítimo. Nos vamos ayudando en la preparación de la prueba, para leer el campo de regatas, pides consejo a uno, compartimos e intercambiamos opiniones a ver si coinciden…. Todo suma.

Durante un Mundial, qué protocolos sigue, qué rutina lleva a cabo para estar concentrado cuando toca, pero que a la vez no implique una sobre concentración, lo que puede generar un exceso de tensión. ¿Tiene momentos para distraerte?

—Soy bastante normal para estas cosas. No soy el típico que se concentra desde que sale de casa, no. Me gusta estar abierto a todos, hacer vida normal. Ver a uno, a otro, no estar pensando en la regata. Pienso en eso cuando es el momento, cuando entro en el barco. A ver, que me gusta tenerlo todo organizado, lo reviso todo, que no me falte de nada. Nosotros usamos cabos, y puede haber roces, grilletes que se sueltan, tornillos que pueden aflojarse… una vez has hecho un repaso de todo, lo tienes todo asegurado y sabes que no tendrás un fallo a causa de eso, pues me voy a tomar un agua con gas, a pasear, a ver gente, otros barcos, saludar a gente de otros países.

No le gusta aislarse, por tanto.

—No, no es mi caso. Pero hay gente que sí, se pone unos cascos y se mete en su burbuja, mucha gente lo hace en el mundo de la vela.

Por último, y aunque no atañe al Mundial, le preguntaré por su hermana, Gemma Triay. Enfrascados en tantas competiciones, ¿cómo llevan el verse tan poco?

—Está asumido el vernos poco, hablamos con frecuencia, pero estamos acostumbrados. Ella se fue de casa a los 14 años, poco a poco te acostumbras. Siempre la sigues, y hace seis meses ya estuvo en Argentina, me ha aconsejado un poco sobre lo que habrá allí.