La propia Llorens asegura para «Es Diari» que este es un reto antiguo. «La covid-19 y las autoridades me lo impidieron antes, me propuse primero hacer la ida y vuelta, de casi 90 kilómetros. Pero el gobierno argentino prohibió nadar de noche —a diferencia de Uruguay que sí lo permite–, por lo que no era factible», explica, recordando que serían mínimo más de 30 horas. «No quiero arriesgarme de entrenar más duro para ida y vuelta y que no me dejen», esgrime la ciutadellenca, que ahora ha realizado un ‘mini' parón, descanso activo. «Era necesario mentalmente, la cabeza manda, por bien que estés físicamente. Ha sido un verano duro, la edad está y cada vez se me hace más duro», admite, con la nieta que además «me tira mucho».
De cara al desafío del Río de la Plata de comienzos del 2023, cuando en Sudamérica estarán en verano, Llorens confía esperanzada en que «todo salga bien, son 42 kilómetros de una agua muy fea, con muchos sedimentos, bajando el río Paraná y el Uruguay, y no se ve nada», advierte la ciutadellenca, viéndolo quizás «como el handicap principal, al no estar acostumbrada. Aparte de trabajar físico, estará prepararme mentalmente en estas aguas marrones».
Llorens, que señala que lo que más le cuesta es toda la preparación y organización del viaje de cada ruta– «siendo además en verano que es cuando más trabajo tenemos»–, reconoce que estos casi dos años sin poder competir a causa de la pandemia de la covid-19 y la dureza y exigencia de sus pruebas la han marcado. El año pasado tuvo los dos intentos del doble Rande, el último diez horas a 14º, «que me dejó tocada, tantas horas a tan baja temperatura. Me acordaré siempre de este 20 de agosto, con el agua helada», recuerda Llorens. Sin embargo, asegura encontrarse «bien físicamente aunque como digo, admito que he perdido chispa. He sumado travesías de 28, 36 o 37 horas y es un machaque, el cuerpo lo nota seguro en alguna parte».
Tita Llorens, siempre con la cabeza fría y calculadora, no quiere verse como una nadadora «de mucho aguante pero lenta; lo quiero todo», bromea la menorquina. «La velocidad de antes no la puedo tener claro pero el día que vea que he perdido mucho diré basta. Querría más chispa pero entrenando larga distancia es muy difícil», analiza, sumándose que además, «empecé tarde a nadar», subraya, mientras rememora lo logrado todavía este pasado verano. «Rande fueron 50 kilómetros, no era sencillo, y en una ría muy fría y con unas mareas que te condicionan mucho. Y Zurich y Tenerife me encantaron; la primera disfruté, sin preocupación alguna de medusas ni bichos», sonríe, «muy contenta de lograr las tres».
Sin fecha de caducidad
«Mientras tenga ganas de ponerme retos así y de continuar con este día a día seguiré, me encanta entrenar. Cuando se me haga pesado y deje de disfrutar, sin ganas de prepararme, lo dejaré», manifiesta Llorens. «Cuando estás en la travesía la motivación te lleva pero el día a día es lo duro y aún tengo ilusión», dice.
El apunte
Una década de gestas a mar abierto
1 comentario
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
Molt gran Tita!