«Este sábado devolvemos Alfa Romeo a la vitrina que le corresponde», declaró el consejero delegado del grupo Fiat Chrysler Automobiles (FCA), el italiano Sergio Marchionne, al abrir la conferencia de prensa en el salón principal del museo de Arese.
El evento contó además con la presencia del presidente de la Federation Internationale de l'Automobile (FIA), el francés Jean Todt, el presidente de Sauber, el suizo Pascal Picci, o del Presidente de la Fórmula 1, el estadounidense Chase Carey, entre otros directivos.
Fue una celebración del mito y de la marca de Alfa Romeo, que cuenta con una brillante tradición en el mundo de las carreras automovilísticas y que luce en sus vitrinas dos títulos mundiales de Fórmula 1, conquistados en 1950 y 1951.
Se trata de un regreso que permitirá al grupo FCA «tener aún más visibilidad, sobre todo a nivel internacional», dijo Marchionne, considerado el hecho de que la Fórmula 1 es seguida en más de 200 países y por más de 400 millones de espectadores.
Y el consejero delegado de Alfa Romeo destacó que se trata de un momento fundamental tanto para la marca automovilística que él representa como para la Fórmula 1 en general, que volverá a contar con un equipo «que ha escrito una pieza importante de su historia».
Tras agradecer a Sauber y mostrar su satisfacción por compartir con el constructor suizo sus conocimientos y sus estrategias económicas, Marchionne desveló los nombres de los pilotos que se encargarán de competir a bordo del nuevo bólido.
Serán el sueco Marcus Ericsson y el monegasco Charles Leclerc, campeón del mundo de Fórmula Dos: unos pilotos que cumplen al máximo con la ambición de Alfa Romeo de lanzar a jóvenes de talento en una competición prestigiosa como la Fórmula 1.
«Alfa Romeo es una marca icónica, tiene una gran historia y hemos esperado mucho tiempo para que regresara. La colaboración con Sauber es perfecta y estoy orgulloso por tener esta oportunidad», dijo Ericsson en conversación con Efe.
Unas emociones que el sueco comparte con su compañero de equipo Leclerc, con el que se encargó de desvelar el nuevo bólido que conducirán en la próxima temporada.
Alfa Romeo-Sauber apostó por un coche globalmente blanco, que tiene la zona superior del simbólico color «Rojo Alfa», y contará con el propulsor proporcionado por Ferrari, confirmó un satisfecho Marchionne.
Sin embargo, todavía es demasiado pronto para aventurar cuál puede ser el real potencial del nuevo equipo.
Al ser preguntado sobre este tema, Marchionne dijo que confía en mejorar la posición del año pasado, bromeando sobre el hecho de que Sauber acabó en la última posición dicha temporada.
«El objetivo es ser competitivos. Tenemos pilotos de talento excepcional. Pero al ser el primer año de colaboración no salimos con grandes expectativas. Creo que podemos mejorar el sitio del año pasado de Sauber», afirmó.
Por su parte, Picci, aseveró que el constructor suizo se siente honrado por colaborar con Alfa para volver a la cumbre del automovilismo y definió el nuevo proyecto como un «reto, una responsabilidad y un premio».
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