Vivir en directo un Mundial de fútbol es el sueño de cualquier futbolero. Para Alex Coll, un joven santlluisser de apenas 21 años, ya se ha convertido en una realidad. Estudiante de tercer año de International Business Management en la Universidad pública de Keele (Reino Unido), Coll se lanzó a la aventura gracias a un amigo y compañero de clase tunecino, el cual había estado viviendo nueve años en Qatar e incluso llegó a formar parte de la Aspire Academy, la academia de fútbol que compone la base de jugadores de la selección qatarí. Con Alex mantenemos una conversación sobre la oportunidad de ir a Qatar, de cómo se las ingenió para poder ver a la selección española, y también acerca de la controvertida cultura del país árabe desde nuestra perspectiva menorquina.
¿Cómo surgió la oportunidad de ir al Mundial de Qatar?¿Era algo que tenía pensado desde hace tiempo?
—Pues hará unos dos meses. Un amigo de la universidad me dijo que se iba a Qatar a ver el Mundial. Me comentó que tenía un par de entradas disponibles para mí gracias a un contacto de la FIFA y no me lo pensé dos veces. Ir a un Mundial era algo que siempre había tenido en mente, aunque no en este momento. Pero bueno, era una gran oportunidad, y pude conseguir los billetes a un precio razonable.
¿Dónde se ha alojado durante estos días?
—Estoy en casa de unos amigos de mi amigo, justo al lado del Estadio de Lusail, donde se va a disputar la final. Llegué el lunes 5 y estaré hasta el martes 13, una semana en total (la entrevista se hizo el día 11).
¿Tuvo algún problema a la hora de solicitar la Hayya card (permiso de entrada al país)? En principio, se obligaba a pagar alojamiento para entrar en Qatar…
—Tenía hasta el 1 de noviembre para confirmar tus planes de alojamiento. Es decir, si reservabas una habitación o si te acogía algún familiar o amigo en su casa. El problema es que esta medida salió el 30 de octubre. Por suerte, me enteré por redes sociales y me aprobaron la tarjeta a tiempo. Y eso que aún no sabíamos dónde nos íbamos a alojar. La Hayya card sustituye al visado. Además, tiene muchas ventajas: te dan una tarjeta con dos días de Internet y también puedes utilizar gratis el metro o el bus, entre otras cosas.
España quedó segunda de grupo, por lo que su plan inicial quedó trastocado. ¿Cuál era su idea y cómo se las ingenió para poder acudir al Marruecos-España?
—Tuve que comprar las entradas con dos meses de antelación. Si comprabas un pack de entradas para todo el torneo, sí podías elegir los partidos de la selección que querías ver. En mi caso, solo iba a ver octavos y cuartos de final, así que me la tuve que jugar a que España quedaba primera y llegaba a cuartos. De esta forma, me aseguraba un hipotético cruce con Brasil. Pero España quedó segunda y se fue por el otro lado del cuadro. Fui al Brasil - Corea del Sur como tenía pensado desde un principio y justo después del partido intenté cambiar la entrada del Croacia-Brasil de cuartos por una del Marruecos - España. Estuve hablando con croatas, brasileños… pero nadie me la podía cambiar. Por suerte, al final de la noche conocí a un futbolista jordano y a su agente, a los cuales les sobraba una entrada para el partido. Me la cambiaron por la del Croacia-Brasil y fuimos a ver el Marruecos-España juntos, aunque luego nos llevamos una decepción.
¿Ha sido su primera visita a Qatar? ¿Cuáles eran sus impresiones antes de llegar y cuáles son ahora?
—Sí, aunque había estado antes en Dubai y Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos), por lo que ya me hacía una idea que se ha confirmado por completo. Encuentras todo tipo de lujos y grandes infraestructuras, es decir, una ciudad muy moderna en medio del desierto.
¿Percibe un ambiente de fútbol y Mundial paseando por las calles de Doha?
—El ambiente es total, nunca había vivido nada igual. Los propios qataríes y trabajadores migrantes como indios, filipinos, nepalíes, etc. viven el fútbol con muchísima pasión, algo que jamás hubiese imaginado. También es verdad que te cruzas con grupos de falsos aficionados que se han hecho virales en redes sociales, pero muy pocos. Y en el metro te encuentras a gente brasileña bailando, argentinos celebrando la victoria, oyes gritos de alegría en cualquier punto de la ciudad cuando se marca un gol… Es una experiencia impresionante.
¿Qué puede explicarnos sobre la polémica situación de las mujeres y sobre los derechos humanos en el país?
—Tenía una percepción de lo que decían los medios de comunicación, pero llegué aquí y era todo bastante normal: mujeres en pantalón corto, con falda, camiseta de tirantes… Las mujeres qataríes pueden ir solas por la calle y en el transporte público, los hombres prácticamente están obligados a cederles su asiento para que no vayan de pie. Pero realmente desconozco cuál era su situación antes del Mundial y cuál va a ser una vez se haya acabado. Supongo que estas semanas han querido ofrecer una imagen más occidentalizada de lo habitual. También me han explicado y he visto cómo se explota laboralmente a todos aquellos trabajadores migrantes, como los que han fallecido durante la organización del Mundial. Los derechos humanos son nulos para ellos. En mi caso, al ser europeo, es todo lo contrario. Mi experiencia está siendo muy buena: tengo todo tipo de libertades y me puedo mover tranquilamente por Doha. Me ha impactado bastante la inversión realizada en el sistema de seguridad.