Momento del desalojo de los periodistas de la sala de prensa de La Concorde. | F.F.

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Raro era que, tras semana y media larga de Juegos no hubiera pasado nada. Cuando algunos no habíamos acabado de cantar y contar la clasificación de España y de Juana Camilión para la final olímpica de baloncesto 3x3, un extraño mensaje por megafonía que sólo entendieron los francófonos nos dejó descolocados. Inmediatamente, la gente empezó a levantarse, mientras los periodistas españoles nos preguntábamos qué estaba pasando. Salimos de dudas enseguida, cuando los responsables de la sala de prensa de La Concorde y la policía nos obligaron a salir y rápido. Y ya, en la calle, donde muchos improvisábamos para poder seguir escribiendo o transmitiendo, nos enviaron más lejos, a la zona de competición. Una mochila, un bulto sospechoso que nadie reclamaba, generó la alarma. Por fortuna, quedó en eso...

Los minutos posteriores a ganar una medalla son de locura. Por la experiencia, la alegría y las sensaciones que experimentan los protagonistas. Pero también por el carrusel de compromisos que deben atender y el estrés que se genera cuando todos quieren ser los primeros en tener a las estrellas del momento. Tras la celebración llegan los compromisos con las televisiones oficales, las radios... y por último, la prensa escrita. Entre medias, voluntarios y aficionados que piden fotos, selfis y después rueda de prensa oficial... instantes de caos en algunos momentos que la buena voluntad y la alegría de la medalla hacen que los y las protagonistas tengan una dosis extra de paciencia. Y más, si toca control antidopaje. Se te puede hacer de noche. O de madrugada, como al 3x3.