Antoni Alzina posa junto al escudo del CE Alaior que luce en la puerta, en la entrada principal del campo de Los Pinos | Gemma Andreu

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Antoni Alzina agota sus últimos días de su presidencia en el CE Alaior, etapa que ha prolongado durante prácticamente los últimos veinte años y que lógicamente ha contextualizado infinidad de momentos y situaciones, algunas positivas, otras menos. Nos reunimos con él en el campo de Los Pinos para revisar y evocar algunos de esos pasajes que ha legado la causa albinegra con él al frente, de entre los que pone dos en valor, por encima de cualquier otra circunstancia; el haber enjugado una deuda que dificultó seriamente el margen de maniobra del club y el importante crecimiento que ha experimentado el Alaior en lo que concierne a sus equipos de formación.

Casi 20 años al frente de la nave albinegra. ¿Entiende que es momento del relevo?

—He sido presidente durante dieciocho años, pero sí, ha llegado el momento de entregar el relevo. No tengo el empuje de hace dieciocho o diecinueve años, no soy el de antes. Es la hora de los jóvenes, el club está bien estructurado, y creo que es el momento de cambiar, que entre en el club gente con nuevas ideas.

Ha sido jugador, delegado, directivo y presidente del Alaior, ¿con qué momentos se queda?

—Como jugador era muy malo, se me dio mejor el tenis. Lo más grato te diría que fue, durante mi presidencia, cuando conseguimos enjugar la deuda, que era espantosa. No debemos nada a nadie, y cuando asumí el cargo la situación económica era muy difícil. Ese ha sido mi logro más importante. Y después también el tema del fútbol menor, tenemos más equipos de formación que nunca, empezando por los P4, tenemos casi 260 fichas. Otro tema del que me siento orgulloso es ver la gente joven que actualmente trabaja en el club.

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¿De lo que más se enorgullece de su presidencia?

—Con lo que más orgulloso y agradecido estoy es de haber podido ayudar al Alaior, que para mí es algo muy importante. Mi corazón es del Alaior y siempre será así. Ahora, lo único que espero es que surja otra persona que aporte sus ideas.

¿El relevo puede estar dentro de su junta directiva?

—En principio no, pero nunca se sabe...

Su presidencia, ¿cómo la ha vivido?

—Con altibajos. He tenido juntas directivas diferentes, a veces hubo cambios, pero siempre, siempre, mirando por el fútbol de Alaior, siempre. Y teniendo empatía con mis compañeros de directiva, pues todos se han portado muy bien y han aportado su grano de arena. Seguro que alguna vez nos habremos equivocado, pero aquí todo el mundo ha hecho lo que ha podido.

Se dice de usted que ha sido un dirigente muy poco presidencialista. ¿Cómo se definiría como presidente?

—Cuando empecé sí era más autoritario. La deuda era importante, el que firmaba era yo y había que cumplir con los pagos. Y cuando a veces no había dinero suficiente, teníamos que tirar de préstamo, alguna póliza… en eso sí me mostraba autoritario, pero por lo demás he sido un dirigente dialogante, con mis compañeros y con la gente de otros clubes.

¿Su mejor momento en la presidencia?

—Recuerdo el ascenso a Tercera del año pasado, aquel fue un gran momento. Aunque ha habido otros grandes momentos, en mi etapa de delegado, de directivo. Y otra cosa que me llena es cuando voy por la calle y un niño de diez años me dice ‘hola, presidente’… esas cosas que me dan mucha vida.

¿El más duro o difícil?

—El descenso de 2012 fue duro. Llevábamos más de treinta años en Tercera, pero no teníamos patrocinador, no había dinero. Celebramos una junta en el Ayuntamiento que fue muy polémica. Mis compañeros de junta buscaban apoyos, pero no lo encontraron. Y no hubo más remedio que volver a Regional, que era una forma también de poder enjugar la deuda, y durante dos años nos dedicamos a pagar. Porque no hay nada peor que te venga un jugador y te diga ‘Toni, quan cobraré?’ Al final lo arreglamos todo, no debemos nada a nadie y la gente ahora cobra puntualmente.

El club, por tanto, económicamente está bien ¿Pero en algún momento existió el riesgo de desaparición?

—Sí, el club está saneado. Y no, no hubo riesgo de desaparición. Antes pagábamos a jugadores de fuera, ahora todo el mundo es de Alaior, incluso el entrenador es de aquí. Y lo que tenemos claro es que no queremos generar una deuda como la de antes. Creo que ese es mi gran logro como presidente, que me marcho dejando el club saneado.

Al empezar su presidencia y a causa del aspecto económico,¿en algún momento se dijo 'dónde me he metido'?

—Si fuera ahora no aceptaría la presidencia, pero entonces tenía veinte años menos, me sentía fuerte y quería lo mejor para el club. Había terminado un presidente, se formó una junta gestora y después pensamos que era más conveniente hacer un proyecto. Y asumimos más de 100.000 euros de deuda.

El Alaior, a finales de los 80 e inicios de los 90 estuvo entre los mejores de Balears. ¿Alguna vez se le pasó por la cabeza intentar repetir aquello? Aunque casi ya nos dio antes la respuesta.

—No, no. Tuvimos los pies en el suelo y tuvimos claro que el club debía gastar lo que ingresaba. Aquella fue otra época, se pagaba a gente de fuera, algunos cobraban hasta 1.200 euros cada mes, y de esos hace doce-trece años. Eso se acabó. Ahora les pagamos algo, 150-200 euros al mes para la gasolina, dependiendo de donde viva, pero fundamentalmente queremos gente de Alaior. Tenemos varios chicos que se fueron a estudiar, han vuelto y juegan aquí, y eso para nosotros es importante.

En sus juntas directivas ha estado rodeado de muchas personas durante estos años. ¿Destacaría alguna?

—Estoy contento con todos los directivos. Todos y cada uno han hecho su labor lo mejor posible, han aportado lo que han podido. Cuando había que apoyar, tuve el apoyo de un compañero que también firmaba alguna cosa del banco. Pero no quiero hacer distinciones, todo el mundo que ha estado conmigo ha trabajado por y para el club. Que llevar un club exige mucho trabajo, dedicación… muchas cosas que la gente de fuera no ve.

En sus muchos años en el club han pasado muchos jugadores y entrenadores. Cite alguno.

—Te podría decir muchos, muchos, no acabaríamos.

Usted formó parte de la estructura del Alaior que asciende en 1979 a la actual Tercera Balear. ¿Qué recuerdos tiene de aquella etapa?

—Hace un año vinieron varios jugadores de aquella plantilla, yo era el delegado, con Juan Millán de entrenador. El Mallorca estaba en Tercera aquel año, y como tenía que subir… (el Alaior se salva como antepenúltimo). La gente no cobraba tanto, pero a partir de ahí, poco a poco, algunos directivos empezaron a poner dinero y quizá se hicieron cosas que no debimos, pero también es cierto que hicimos 33 años seguidos en Tercera. Aunque bueno, el Alaior, ya había estado en Tercera, en los años 60, lo que yo llamaba ‘la Tercera de aigua freda’, pues los jugadores se duchaban con agua fría. De hecho, el primer trabajo que hice en el campo en el año 70 fue poner los calentadores, luego la iluminación… y los jugadores de ahora se quejan si un día no hay agua caliente. La verdad, no saben lo que fueron según que épocas.

¿...?

—Antes, el club estaba muy centrado en el equipo de Tercera, teníamos menos equipos de base. Ahora comenzamos la casa desde abajo, desde los cimientos, después ya veremos hasta dónde se llega.

¿Considera factible que el Alaior, con esa filosofía de apostar por gente de la casa, consolide un proyecto en Tercera?

—Este año contamos con un buen equipo en Regional, con gente de la casa. Tenemos uno de fuera, pero es porque vive aquí, en Alaior. Todos los jugadores cobran igual, y por otra parte, el club es una familia de 300 personas, contando entrenadores, delegados… y esa gente también cobra algo. Y eso es lo que tenemos que mantener, no traer a un jugador de fuera que nos cueste, por decir algo, 12.000 euros.

¿Cómo se encuentran las relaciones entre el club y las instituciones de Alaior?

—Muy bien, la verdad. El Ayuntamiento ha hecho lo que ha podido, no tengo ningún problema con nadie, aunque creo que quizá podía haber hecho un poco más.

¿En qué aspectos considera se podía haber hecho más desde el Consistorio?

—En el tema de las instalaciones. Les cuesta mantener el campo de Los Pinos. Y por ejemplo, ahora, van a construir una piscina, donde hay un campo que nosotros usamos para los niños. Que ojo, no estoy en contra de la piscina, considero que es algo bueno para el pueblo, pero entiendo que deberían ofrecernos una alternativa, ese campo es muy necesario para nosotros, muchos niños de Alaior se quedarán sin sitio para poder entrenar.

¿Qué es el Alaior para Toni Alzina?

—Siempre digo que tengo dos hogares. Primero, el de mi propia familia. Y el segundo es el Alaior. El Alaior ha sido como mi segunda familia. Fui catorce años delegado, cuando nacieron mis hijos me aparté un tiempo del club, pero cuando después uno de mis hijos empezó a jugar en el club, Isma Alzina, que llegó a jugar en Tercera… el Alaior ha sido como una familia para mí, es mi casa, me llena mucho venir aquí, aunque a veces te enfadas, pero este club ha sido como una familia para mí.

El apunte

Alaba a Osuna, alguien «que trabaja mucho»

La presidencia de Antoni Alzina ha implicado un trato constante con otros dirigentes. En ese sentido, Alzina quiere destacar la figura de Fernando Osuna, actual presidente de la JIM, con quien «me llevo muy bien», al que define como una persona que «trabaja mucho» y con quien se muestra «muy agradecido». «La verdad es que he mantenido buena relación con todos los presidentes», indica el mandatario, que por otra parte no niega que quizá «podría haber más equipos menorquines» en Tercera, «pero los niños se van a estudiar, es difícil así consolidar un equipo». Por último, Alzina admite que el tejido empresarial «ayudaba más hace 30 años, eso también influye; la oferta deportiva ahora es muy variada, no es solo fútbol».