Final. En apenas un mes el Penya se queda sin dos pesos pesados en el cuerpo técnico. En la imagen, Lluís Simonet, junto a Javi Ogazón. | Martí Pons

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El próximo martes día 14 de este mes, cuando Lluís Simonet salga del Municipal de Son Marçal para marcharse a su casa, no será como una noche más. El entrenador dejará atrás 15 años en el Penya Ciutadella, los últimos nueve y medio como Director Técnico. O sea, le quedan doce días de trabajo a Simonet en el club presidido por Gabi Vilches, antes de recoger sus enseres y poner punto y final a su aventura azulona.

La primera pregunta es obligada, ¿qué le lleva a dimitir a los pocos meses de arrancar una nueva temporada?

—No es sencillo responder a esa pregunta. Evidentemente, puede deducirse que han surgido discrepancias con algunos de los últimos dirigentes del club, algo que incluso podría considerarse normal. Sin embargo, cuando uno lleva años trabajando para implementar un proyecto complejo, centrado en los niños y las niñas, debe actuar con coherencia. Si percibo que ese enfoque pasa a un segundo plano para ciertas personas es el momento de dar un paso al lado.

Su dimisión se produjo pocos días después del cese de Javi Ogazón en el juvenil. ¿Fue el detonante final para usted?

—No, en absoluto. El desgaste viene de hace meses. No obstante, podría considerarse que fue la gota que colmó el vaso.

Habla de cosas que no le han gustado, ¿ha sentido que pisaban sus áreas de decisión?

—Entiendo que todos quieran ayudar y aportar pero como mencioné antes, esto trata de coherencia. Para mí, los valores éticos y profesionales son fundamentales. Cuando estos son vulnerados de forma constante y, en consecuencia, se compromete la coherencia del proyecto, llega el momento de dar un paso al costado. Por lo tanto, serán las personas que están al frente quienes deberán valorar esta situación.

Por cierto, ahora ya nos lo puede decir, ¿usted estaba a favor de la fusión de clubes en Ciutadella, también del Penya?

—Me imaginaba que esta pregunta surgiría. Mire, en ese período de reuniones entre clubes, mi posición en el Penya me llevó a dar forma al proyecto deportivo del nuevo club, junto con los otros directores técnicos; y lo hice con la ilusión y profesionalidad que correspondían. Todo lo que habíamos trabajado en el Penya se puso a disposición del nuevo proyecto, incluso aportaciones personales que hoy en día forman parte de este. Por tanto, entenderá que no se trataba de los clubes, sino de los niños y niñas de Ciutadella. Esa debería ser la prioridad de cualquier club.

Tres presidentes en apenas un año, una moción a Cavaller, un cese, una dimisión suya, líos con el pádel… ¿Siente que el club ha perdido algo el norte?

—Por supuesto que siento muchas cosas, como no puede ser de otra manera después de casi 15 años ligado al Penya. Sin embargo, no me corresponde a mí opinar sobre el rumbo del club. Debe ser la Asamblea General de Socios, como órgano supremo de cualquier entidad, quien decida cuál debe ser el futuro del club.

Bueno, ¿ya ha hecho un balance personal de sus casi diez años de Director Técnico?

—Como en cualquier proyecto, al hacer balance siempre se encuentran puntos positivos y áreas de mejora. Este caso no es diferente. Logramos que el club tuviera una filosofía marcada y reconocida, aunque también hubo aspectos que fuimos modificando para mejorarlos. Entrar en detalles sería extenso, pero siempre es importante seguir evolucionando.

¿Qué nota se pondría? ¿Se irá con alguna espina clavada o algo que cambiaría?

—Prefiero no calificarme. Esa valoración corresponde a quienes estuvieron cerca, conocían el proyecto y pueden juzgar si fuimos coherentes en trabajar por y para los niños y niñas del club. Eso sí, hoy cambiaría muchas cosas respecto a cómo inicié el proyecto, gracias al aprendizaje constante al que estamos sometidos. La mejora siempre es un proceso continuo, tanto en la vida como en el desarrollo deportivo y personal de los niños y niñas. Y por ende, en su proceso de aprendizaje.

¿Piensa que se ha acabado entendiendo y compartiendo su filosofía del toque y mimo del balón?

— Agradezco la pregunta, pero no me identifico con esos términos, ya que simplifican el verdadero propósito de nuestra filosofía. Nuestro proyecto se inspiró en referentes académicos y prácticos como Jean Piaget, Antonio Damasio, Pere Lavega, Paco Seirul·lo, Natalia Balagué, Víctor Frade, Javier Sampaio o Pierre Parlebas, y se sustentaba en tres pilares: autonomía, competencia e interacción social. No se trataba solo de competir, sino de que los jugadores/as fueran protagonistas de su aprendizaje y del juego, entendieran los espacios y los tiempos y tomaran decisiones que los llevaran a la excelencia. Como señala Seirul·lo: «El trabajo con el deportista es un proceso dinámico y sistémico que requiere tiempo y dedicación». Quizás no siempre conseguimos transmitir esta filosofía con claridad.

¿Se arrepiente y se enorgullece de nada en tantos años al frente en Son Marçal?

—Como mencioné antes, sería fácil señalar aspectos de los que sentir orgullo o arrepentimiento pero el proceso de cambio y mejora es constante. Uno analiza y ajusta conforme va implementando.

¿En qué medida cree que puede afectar o condicionar al Penya la fuerte irrupción del Ciutadella CE?

—Siempre he creído que un club debe centrarse en su trabajo, sin distraerse por lo que hacen los demás. Lo importante son los niños y niñas que lo forman, asegurándose de ofrecerles lo que realmente necesitan, que no siempre coincide con lo que desean. Dicho esto, es evidente que el Ciutadella CE está trabajando para consolidar su posición.

Quizás sí se le ha reprochado tener gran cantidad de fichas pero los últimos años no llegar resultados o no poder tener ni un Tercera...

—Este tema merece una entrevista aparte. La cantidad de fichas no siempre es significativa, aunque respeto que haya opiniones al respecto. Sobre un equipo en Tercera, debemos analizar cuántos jugadores formados en Ciutadella, tanto en el Penya como en otros clubes, están jugando actualmente en equipos de otros municipios. La clave está en encontrar la forma de que esos jugadores quieran seguir en Ciutadella, para aspirar a recuperar esa categoría nacional.

La pregunta del millón ‘míster’. ¿Se puede formar y querer competir a la vez en el mundo del fútbol menor?

—Desde mi perspectiva, es una pregunta fácil. No hay una cosa sin la otra. Ahora, debemos tener claro dónde debemos poner el foco y que una es la consecuencia de la otra.

Bueno, ¿Qué será de Lluís Simonet ahora futbolísticamente a partir del 14-E? ¿Se ve otra vez de director técnico en otro club o querrá estar en un banquillo?

—Buena pregunta. Después de 15 años sin descanso– entre gestionar la escuela de fútbol del Penya, ser preparador físico tanto con Dani Mori como con Pere Vadell en Tercera RFEF y Regional, entrenador de diferentes equipos del club y Director Técnico–, es momento de descansar y dedicar tiempo a mi familia y amigos. El fútbol siempre será parte de mi vida pero de momento no quiero pensar en el futuro. Ya se verá.

Imagino que será un cambio de vida, para usted y para su gente. ¿Siente que se ha quitado un peso de encima pese a querer al club?

—Sin duda, será un cambio de vida significativo pero lo afronto con ganas de disfrutarlo. Me voy tranquilo, sabiendo que di lo mejor de mí por los niños/as y sus familias. Aprovecho para agradecer sinceramente a todos los entrenadores/as, jugadoras/es y familias que confiaron en este proyecto. Su apoyo, paciencia y compromiso fueron fundamentales para construir este modelo de club.