Discusión en el césped, en partido jugado en febrero, entre jugadores de Mercadal y Unión, los dos últimos campeones insulares | Gemma Andreu/Archivo

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Este año, tampoco. El fútbol menorquín acumulará, con la próxima, una segunda temporada consecutiva sin representación en Tercera División, prolongando así la coyuntura originada en 2019 a raíz del descenso a Regional del Mercadal, al tiempo de que el fallido intento del club centro insular en la eliminatoria de una semana atrás contra el Porreres mallorquín significa abundar en otra máxima que no admite cuestión; que ningún exponente insular, desde que en 2012 lo consiguiera el Penya Ciutadella, ha logrado consumar un ascenso a la categoría balear.

Así, desde aquel éxito, que empieza a quedar en la lejanía, celebrado en Son Marçal –que no fue sino el cénit de varios años de plausible labor con la cantera por parte de la entidad de Ciutadella–, ningún otro representante local ha igualado ese nivel. Sucesivamente, el Migjorn en 2013, el Ferreries en el bienio 2014-15, el Alaior en 2016, la Unión en 2017 y 19, y entre medias, el Sporting de 2018, han intentado en vano el salto de categoría –siendo albinegros y blanquiazules los que más cerca quedaron, a escasos minutos con certeza, del éxito.

Quizá, por lo extraño de la temporada que ahora ha concluido (finalmente el Génova mallorquín, verdugo del Porreres, y Penya Sant Jordi de Eivissa acompañarán al Cardassar, campeón de la isla mayor, como nuevos inquilinos en la categoría balear), es complicado y tal vez hasta injusto exhibirla como referencia, puesto que cabe recordar que el Mercadal afrontó el primer partido del playoff decisivo en Son Malferit luego de estar cinco meses sin jugar –ni amistoso ni oficial–, además de que no ha podido disfrutar de una preparación acorde con las exigencias de la cita, lo que por contra se sospecha sí contó el Porreres, que incluso tuvo la posibilidad de concertar amistosos con rivales mallorquines en las fechas previas al duelo. Pero el hecho de que esta reciente y aún fresca decepción rojiblanca implique abundar en una dinámica que se ha mantenido sistemática e inalterable en los últimos ocho años para el fútbol local, de 2012 al presente, confirma que las causas no responden en exclusiva al azar ni a la crisis sanitaria, en tanto que en los siete años previos no hubo coronavirus.

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