Por ahora no es más que un goteo de nombres, de corredores que se caen de la lista de participantes en el Tour de Francia positivos por COVID, pero la pandemia que ha marcado las tres últimas ediciones se ha convertido en el invitado sorpresa de la actual, con menos fuerza. El italiano Matteo Trentin, uno de los lugartenientes del esloveno Tadej Pogacar, el ganador de las dos últimas ediciones, es el último nombre que se ha caído del pelotón a causa del virus.
Su equipo, el UAE, le sustituyó por el suizo Marc Hirschi, tras ser controlado positivo. En su nuevo protocolo, la UCI dejaba la decisión final en manos de los médicos, que debían valorar si un corredor era susceptible de contagiar al resto o si, pese a su positivo, no era una amenaza para el pelotón.
Esa doctrina no sirvió a Tim Declercq, del Quick Step, que tuvo que dejar el maillot a Florian Sénéchal tras dar positivo. Tampoco valió para el italiano Battistella, apartado por el Astana tras su positivo.
Algunos directores, como el del Jumbo Visma, Merijn Zeeman, también han preferido no viajar a Copenhague, lugar de inicio del Tour mañana viernes, tras haber tenido un control positivo. El israelí Omer Goldstein, del Israel, tampoco estará entre los participantes, pese a ser contacto estrecho. Una doctrina que no ha servido para descartar al sudafricano Daryl Impey, que también fue contacto estrecho pero al que los médicos del Israel han decidido mantener. También han sido declarados aptos el francés Tibaut Pinot y el suizo Stefan Kung, que hace unos días dieron positivo.
Tres médicos, uno de la UCI, otro de la organización y un tercero del equipo, decidirán de forma colegiada si un corredor positivo puedo o no continuar en carrera. Y todos los ciclistas serán sometidos a test 48 horas antes del inicio de la prueba y en las dos últimas jornadas de reposo, el 11 y el 18 de julio.
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