El base de Maó, Sergio Llull, a punto de elevarse dentro de la zona para anotar, durante la semifinal del viernes ante Olympiacos. | Fabrizio Bensch

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Tras superar al Olympiacos con autoridad en su semifinal, el Real Madrid de Sergio Llull buscará este domingo (20.00 horas) su duodécima corona europea, la segunda consecutiva (y que sería la cuarta para el extraordinario jugador menorquín), en un duelo inédito en una final de la Euroliga que se prevé vibrante ante el otro equipo griego, el potente Panathinaikos de Ergin Ataman que quiere acabar con una sequía que ya dura trece años.

Ambos superaron con suficiencia el viernes su debut en el Uber Arena de Berlín y buscan reinar en Europa, algo que los blancos –que jugarán su tercera final consecutiva– han logrado con más asiduidad que nadie aunque los griegos, con seis títulos en siete finales disputadas, no se quedan atrás, si bien su último éxito data de la temporada 2010-2011.

El primer y el tercer club más laureados del continente refrendan con su pase a la final su gran temporada. Los jugadores que entrena Chus Mateo acabaron líderes la fase regular con 27 triunfos en 34 partidos, mientras que los helenos terminaron segundos, con cuatro victorias menos.

Referentes

El Panathinaikos, afronta la final tras despachar en semifinales al Fenerbahce turco en un duelo que dominó de principio a fin y donde sacó partido a su buen arranque y a la falta de acierto del rival en los momentos en los que pudo ponerse por delante.

Durante el partido brillaron dos de sus jugadores de referencia, el pívot francés Mathias Lessort y el base estadounidense Kendrick Nunn. El primero de ellos, considerado uno de los mejores del baloncesto europeo en su puesto, mantendrá una bonita lucha con otros dos referentes en la pintura como son Walter Tavares y Vincent Poirier.

Por su parte el segundo supone junto al veterano Kostas Sloukas una amenaza debido a su facilidad para anotar, como demostró al meter 41 puntos al conjunto blanco en el total de los dos partidos que midieron a ambos en la fase regular. El balance en ellos fue de 1-1; el Real Madrid se impuso en Atenas (78-90) y el Panathinaikos devolvió la moneda en la capital de España (86-97).

Son los dos únicos capítulos de esta temporada en el cara a cara de dos equipos históricos que, a pesar de sumar 17 títulos en la máxima competición continental, nunca se han medido en una Final a Cuatro, por lo que se trata de un enfrentamiento inédito hasta la fecha en este contexto.

El Real Madrid llega a la cita en un buen momento. Pese a la sensible baja por lesión del argentino Gabriel Deck, el equipo que entrena por segunda temporada Chus Mateo tiene, en la experiencia en este tipo de partidos de jugadores como Sergio Llull, Rudy Fernández o Sergio Rodríguez, una baza importante.

A ello se añaden la calidad que le ha aportado en su regreso al club otro argentino, el base Facundo Campazzo, el poderío interior de una de las parejas más dominantes del continente -Walter Tavares y Vincent Poirier- y la calidad contrastada de dos aleros de la talla de Mario Hezonja y Dzanan Musa que ya destacaron en la semifinal frente al Olympiacos.

Campazzo

Tras ese primer partido, los madridistas ya advirtieron de los peligros de su próximo rival. El base argentino Facundo Campazzo destacó que los griegos «tienen mucho poder ofensivo», «juegan bien» y «tienen experiencia» mientras que Hezonja consideró que los de Ataman «están merecidamente en la final» y tendrán que jugar como saben «y darlo todo» para superarles.

Por su parte, el entrenador madridista, Chus Mateo, vaticinó una final dura ante un gran equipo. «Necesito ver el partido de hoy –por el viernes– y el que jugaron cuando nos ganaron, también el último de playoff. Necesitamos analizarles para ganarles. No estoy sorprendido de que estén en la final porque tienen mucha confianza y tienen un entrenador que les empuja a ser campeones», dijo Mateo. Y añadió. «Del tiempo que he coincidido con Llull, Rudy y Chacho, solo puedo tener buenas palabras para ellos, por cómo transmiten la ganas de ganar y una palabra de ánimo cuando se necesita, por cómo entrenan pese a las mil batallas que arrastran en sus piernas, por cómo se han adaptado a jugar 90 partidos, especialmente Rudy y Llull, al haber perdido condiciones físicas. Es de admirar».